lunes, 6 de mayo de 2013
Hoy no se me ocurre nada
Hoy no se me ocurre nada. Descubrí una fuga en una conducción de ideas residuales de mi cabeza. Llamé a un teléfono 902 de asistencia urgente y una señorita argentina me envió rapidamente a un fontanero polaco, que diligentemente tapó la fuga con un trozo de cinta americana. Pero ya era demasiado tarde. Todas mis ideas se habían ido. Apenas quedaban algunas imágenes de la infancia en el fondo del depósito y cuatro conceptos básicos pegados a las paredes. Contacté con una empresa de reformas para renovar todas mis instalaciones mentales, pero me pasaron un presupuesto muy caro y preferí ser un zombi de los que ven el futbol en Canal Plus. Ahora ha transcurrido tiempo desde la fuga, y no se vive tan mal. No me planteo nada, soy ajeno a la metafísica y no tengo ninguna iniciativa. Nunca me equivoco. He descubierto que sin ideas, mis vecinos me aprecian más. Soy capaz de mantener pequeñas conversaciones intrascendentes sobre el tiempo o el tráfico. En el trabajo me han ascendido, no me cuestiono ninguna orden y los jefes me invitan a jugar al tenis. A las mujeres les deslumbra mi seguridad. Nunca había ligado tanto. Ahora estoy preocupado: Ayer tuve una idea...
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