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domingo, 23 de agosto de 2020

¿Tienes fuego?

 

 

Después de 20 años de abstinencia, esa noche Walter decidió que necesitaba fumar un Marlboro y si no lo encontraba, no iba a aceptar nada menos exquisito que un Winston.

Su vieja custom, tardó en encender pero a los pocos minutos ya sorteaba los baches de la carretera de la costa. Nadie arreglaba ya los viales, si acaso rellenaban los socavones abisales con desidia. 

Es que te has convertido
En parte de mi alma…
 

La voz de Caetano Veloso reverberaba aún bajo su casco mientras el viejo foco de luz amarillenta apenas alumbraba la carretera vacía.

Las órdenes de los gobiernos eran confusas, nadie sabía si podían salir de noche de sus casas, nadie sabía si iba a morir o si por el contrario el virus letal, apenas superaba los perniciosos efectos de una gominola… 

Ya nada me consuela
Si no estás tú también…
 

"Hijos de puta, me habéis echado después de 25 años derramando mi tinta por vosotros"

Walter no estaba pasando su mejor momento. Llevaba ya un año en el paro y aún no podía evitar la cólera al pensar en su despido. Un periodista de raza, un outsider, un francotirador…nada de eso le impidió recibir su carta de despido y acogerse a las paupérrimas condiciones del ERE. 

Más allá de tus labios
Del sol y las estrellas…
 

Ni un ruido, ni un alma viva en la pequeña villa pesquera.

Walter atisbó una luz en el interior del bar del puerto, aparcó la moto casi en medio de la calle y empujó la puerta de tablillas mal pintada con excedente de pintura de barco.

Un par de bombillas mortecinas, apenas alumbraban a un puñado de hombres bebiendo en la barra. Una mujer, con exceso de maquillaje, bailaba sola delante de la destartalada Jukebox.  

Devórame otra vez, devórame otra vez… 

- ¿Tenéis tabaco? - Preguntó Walter

- Aquí se viene a consumir - Respondió el viejo mal afeitado y de patitas cortas que atendía la barra.

- Sólo quiero un paquete de Marlboro 

2 hombres fornidos que escoltaban a Walter, se rieron de él.

- Así que este mariquita, quiere Marlboro, ¿No prefieres un Farias para metértelo por el culo?

Risas generalizadas de la parroquia. 

Walter pensó que estaría muy bien en su casa en ese momento con un Lorazepan. El médico le había ofrecido también Prozac, pero él había decidido que un delicioso pitillito le ayudaría a superar su ansiedad. Sentir el dulce y elegante aroma del tabaco rubio, era todo lo que pedía. El reposo del vaquero del Lejano Oeste alrededor del fuego con el ganado a salvo. Le traía sin cuidado la balcanización de Europa, que el universo se expandiese o se contrayese, y que el virus nos matase a todos ¡Quería un jodido Marlboro! ¡No era tanto pedir para un varón blanco, europeo, deprimido, sin pareja y licenciado en Ciencias de la Información!

Dos marineros de 100 kilos cada uno no iban a impedirle libar el mágico humo de sus sueños…

He mojado mis sábanas blancas recordándote... 

Tumbó al marinero 1 con un crochet en el hígado. Esquivó la derecha del marinero 2 y le lanzó una combinación de jab, directo y gancho. Fue lo último que vio antes de desmayarse por el garrotazo que recibió en la cabeza, ejecutado con pericia por el viejo tabernero de patitas cortas. 

Cuando se despertó, sintió el agua salada en su cara. Le dolía hasta el aliento. Estaba tumbado en la orilla de la playa, alumbrado sólo por la noche de estrellas. En la arena había grandes bultos varados, que llegaban en oleadas tranquilas. Se arrastró hacia ellos. 

Efectivamente, amigos míos, rotuladas en rojo, Walter pudo leer unas letras: "Marlboro" 

Sintió pisadas sobre la arena húmeda que se dirigían hacia él.

Una silueta femenina, un rostro en penumbra con demasiado maquillaje.

En la noche de Perseidas, ella preguntó con voz de cazalla:

- ¿Tienes fuego?


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