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miércoles, 26 de junio de 2013

El fin del siglo XX (II)

 
Brandy ahora sólo era un hombre desesperado que ni siquiera podía cobijarse en el impresionante  monasterio cisterciense ante cuya puerta se quedó, sólo y frío. Sin gasolina para llegar hasta el pueblo más próximo, sin cocaína para calmar su agonía. Anochecía y brandy se fijó en las caprichosas formas que la oscuridad esculpía en la Puerta de los Muertos. Súbitamente escuchó el ruido de una cerradura antigua y una mirilla se abrió en la puerta del monasterio "¡No son horas, no son horas!" La vocecilla asustó a Brandy. El cartelito en el marco verde lo decía claro: Horas de visita de 3 a 5 de la tarde. No se puede decir que los monjes cistercienses fueran unos juerguistas. "¿Que quiere?" Preguntó la voz atiplada tras la celosía. "Me dijeron que podía alojarme unos días en la hospedería" Dijo Brandy, intentando disimular su exasperación. "No es tan fácil, no es tan fácil" Dijo la voz y acto seguido abrió la gran hoja de la puerta. Un contraluz mortecino iluminó las siluetas de dos monjes del cister, uno de ellos pequeñísimo. El otro era el Hermano Santos, el hospedero. Le invitó a pasar y brandy entró con su vieja maleta de piel. Con señas, Santos lo dirigió a un pequeño cuarto sin apenas muebles y cerró la puerta tras de si, dejando al mini-monje custodiando la entrada. El Hermano Santos, comenzó entonces un interrogatorio digno de la Stasi. Le preguntó a Brandy si era creyente y practicante y le aclaró que al monasterio se iba a meditar y a rezar. Brandy mintió descaradamente, le dijo que era crayente y que sólo deseaba descansar y rezar, entonces se asustó mucho, porque el Hermano Santos le dijo: "Bienvenido, hermano" y se abrazó a él. En los 5 interminables segundos que duró el abrazo, a brandy se le pasaron por la mente las 607 páginas de "El nombre de la rosa" Creyó que se había metido en un infierno y que los muros del monasterio albergaban a una secta de monjes corruptos y sodomitas que hacían desaparecer a los incautos brokers cocainómanos que sólo buscaban paz y ahorrarse la millonada de una clínica de desintoxicación. Era el mes de enero del año 1992, la nieve comenzaba a aislar el monasterio y durante los siguientes 7 días ningún humano podría entrar ni salir de sus muros. Brandy nunca pudo imaginar los extraños sucesos que iban a suceder tras la Puerta de la Muerte...

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