domingo, 27 de enero de 2013
De fantasmas, políticos y payasos
Obsérvese en la imagen a dos asistentes a la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, uno de ellos tiene un asombroso parecido con Rajoy, el más grueso es sin duda Cristina Kirschner desmaquillada y sin faja. Es que la elegancia es una cuestión de actitud (Eso decía mi abuela, pero me gustaría ver a George Clooney con el humillante bañador ajustado con el que nos soltaban en la playa de pequeños). El caso es que en Chile se reúnen los dirigentes latinoamericanos, caribeños y europeos(¿Somos caribeños? Siempre lo sospeché cuando veía esas playas, esos cuerpos...) Y Rajoy llegó tarde a la foto de familia, y claro la Merkel le montó un pollo del carajo ¿No sería mejor que en vez de reunirse en palacios de congresos monumentales nuestros gloriosos dirigentes se bañaran desnudos en esas playas paradisíacas para fomentar la unión y cooperación entre naciones? Ya dejo el tema, sí, no quiero herir tu sensibilidad más de lo razonable. Es domingo y otra semana está a punto de nacer. No duermo bien las noches de los domingos. Los fantasmas dan vueltas a mi cabeza y la almohada cervical no mitiga el dolor del desencanto. Entonces tiro de manual de autoayuda, de Punset, de Rojas Marcos, de rollo Zen y nada...en las noches de los domingos se aparecen los fantasmas (Y las fantasmas) de las navidades pasadas, de los veranos pasados y los espectros del futuro no aparecen porque soy incapaz de imaginármelos. Y eso que tengo una imaginación portentosa. Después de Calderón de la Barca soy el dramaturgo más prolífico de mi barrio. Pero llega el lunes y con ojeras y todo alcanzamos la cúspide de la decepción. Antes nos contábamos batallitas en el trabajo, pero ahora o no tenemos trabajo o no tenemos aventuras de las que vanagloriarnos. Claro que nuestro hígado agradece esa monotonía. Hace frío, es invierno, enciendo una vela de musgo y una calidez y un sosiego increíbles inundan la habitación. Es que ¿Sabes, amiga? Los humanos somos capaces de calentarnos con la endeble mecha de una vela...y a veces simplemente con el Sol crepuscular de nuestros sentimientos...
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