Os confesaré que no siempre he logrado terminar un artículo. A veces me quedaba años atrancado en la segunda letra. Como una estación de metro en el desierto, los vagones que transportaban mis palabras se perdían en túneles oscuros ¿Adónde habrán ido a parar las obras inconclusas o fallidas, no sólo mías, sino de millones de autores?¿Existirá un mar de Los Sargazos o un cementerio en el que habiten eternamente? Nunca sabremos si esas obras ciegas hubiesen cambiado la rotación de La Tierra...(O al menos el vuelo de una oropéndola). Son como amores frustrados, los que siempre mitificas, soñando con volver a ellos y alcanzar el éxtasis.
Por eso, os torturaré hablando de algunas de mis obras incompletas, de mis espectáculos inacabados (En ocasiones compraba una libreta muy bonita para escribir y acababa usándola para apuntar recetas de bizcochos)
1º) "Experimento espiritual" (Un espectáculo libre y galáctico)
Con este rimbombante título y una nula experiencia como dramaturgo, escribí en el año 1982 este espectáculo demencial, que a pesar de haberse estrenado, incluyo entre mis obras incompletas. Lo creé en una época psicodélica y desmadrada y se trataba de una epopeya galáctica y filosófica en forma de ópera-pop para 6 músicos y un actor-cantante (¿A que no sabéis quien era el actor-cantante?) Logramos estrenarlo en un teatro mítico, la Sala Luis Seoane, ante una gran afluencia de público durante 2 días, que acabó desconcertado ante lo arriesgado de la propuesta, los 1.500 W. de sonido y una máquina de humo estropeada que provocó varias crisis asmáticas entre los espectadores. Los músicos que me acompañaban, eran magníficos y compusieron unos 8 temas originales con mis letras. Increíblemente, todavía me saludan por la calle, a pesar del fiasco económico. La estrené sin haber ensayado...en esa época pensaba que ensayar era de cobardes...
2º) "La gruta del dios soñado"
Escrito en 1991, mientras trabajaba como actor profesional (Y bien pagado) en Santiago y en Vigo. Esa estabilidad me permitió acabar el espectáculo mal que bien, pero únicamente era un borrador. Necesitaba un entresacado, como en peluquería y una escritura dramática precisa que lo alejase de ser un ladrillo refractario. El protagonista era un aprendiz de druida que inexplicablemente se convertía en Dios, huía por el mar de su destino, llegaba a una isla y encontraba a su amor (Un tratamiento ñoño de esa relación). Tenía mucho humor y hasta actores haciendo de animales similares a ornitorrincos. Ah, también era musical.
3º) "Cabaret Dadá"
Escrito a ratos en 1993. Rematada mi temporada de estabilidad artística, económica y emocional, escribí a golpes este espectáculo sin rematar a base de sketchs e ideas visuales. Estaba concebido como un vehiculo para una actor-cantante (Yo) y una bella actriz-bailarina (Ella). Cuando le leí el borrador a la bella actriz y bailarina, me di cuenta de la mierda que había escrito y acto seguido me fui a un monasterio en medio de montañas nevadas para intentar acabarlo y mejorarlo. A pesar de que acompañaba a los monjes a cantar desde los maitines y de que ellos rezaban por mi espectáculo, ni con cánticos gregorianos logró salir a la luz ni encontrarse a si mismo (Ni el espectáculo ni el autor) Sólo recuerdo una escena en la que la bella actriz hinchaba al protagonista con una bomba de aire, pero se desinflaba como un flotador agujereado, casi tanto como mi corazón.
4º) "Diógenes 3.000"
Esta es la primera obra inacabada, después de muchas felizmente escritas. He de aclarar que llegó un punto en mi vida en el que empecé a terminar todo lo que empezaba (Año 2002 aprox.). Este espectáculo se quedó atrancado porque escribí varios espectáculos simultáneamente, y eso no se debe hacer, amigos. Yo ya había aprendido algo (Poco) de escritura teatral cursando un máster y seminarios muy interesantes con autores europeos importantes. Descubrí que soy prolífico e imaginativo como casi nadie, siempre era el primero en acabar los trabajos, las escenas y las obras (Unas más infumables que otras). Este espectáculo trataba sobre un hombre que vivía en una montaña de basura. Un actor acabado, con síndrome de Diógenes. Tenía un mayordomo imaginario que se llamaba Sócrates y una cucaracha gigante, la molesta voz de su conciencia con acento rumano (Cucaracho). A veces se abría la montaña de basura y aparecía un brillante cabaret con escenas y actuaciones de su pasado. Había misterio, ternura y canciones...todo inconcluso...
Bien, amigas, habréis comprobado que es cierto que ahora acabo casi todo lo que empiezo, sin embargo, os podría hablar de decenas de ideas que se quedaron en el éter: La de un secuestrado que sólo habla con la imagen de un encapuchado y no sabe porque está secuestrado, la de un asilo de la tercera edad que es un desmadre (Con reminiscencias del Marat-Sade de Peter Weiss) y sobre todo de un espectáculo cuyo título encabeza esta entrada: "Último tren a Estambul" pero de esa obra no os hablaré, porque ese sí es un amor con el que sueño volver y alcanzar el éxtasis...
No hay comentarios:
Publicar un comentario