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miércoles, 3 de abril de 2013

La lluvia y el carricoche

Mi infancia son recuerdos de lluvia eterna. Te levantabas una mañana para empezar el colegio y hasta que acababas el bachillerato no dejaba de llover ni un día. En el viejo patio del recreo te empapabas, en la peligrosa plaza de tu barrio, con piedras mugrientas y oscuros símbolos falangistas, llovía pero jugabas igual a polis y ladrones aunque tu pantalón de tergal absorbiera litros de agua de lluvia que evacuaba por los rachones de las rodillas y tu impermeable azulón fuese de todo menos impermeable. Es que no paraba de llover ni en verano, cuando si al amanecer veíamos un rayo de Sol, sabíamos que iríamos a la playa (Que estaba a 20 metros de casa)Pero casi nunca íbamos a la playa..sólo nos iluminaba esa luz ceniza tamizada por las nubes. Pero ¿Sabes amiga? Aunque no nos gustaba la lluvia, acabamos amando las serpientes cristalinas que espontáneas nacían en los montes de musgo y granito. Otra cosa fue al llegar la adolescencia. Como te empapabas en la ciudad vieja y de la mano de tu primera novia buscabas portales donde resguardarte de la lluvia y buscar un cobijo al amor, no teníamos un duro para entrar en los bares donde los mayores se divertían fumando, bebiendo y conspirando. ¡Como anhelaba tener un coche! ¡Un coche en el que no llovía dentro! Que te transportaba de un bar a otro, de un pueblo a otro, dónde podías triunfar entre las chicas...imagínate si me parecía lejano lo del coche, que yo llegué a soñar con un carricoche, si, esos triciclos de 3 ruedas y volante de moto que usaban los fontaneros, pero en el que podías no mojarte e incluso tumbarte en la parte trasera discretamente. Pensarás que soy ridículo, pero es que la cosa estaba muy dura...Y así nos hicimos mayores y fuimos contando la vida por litros en vez de por años. Ahora dicen que ya no llueve, que avanzamos hacia la desertización. No les hagas ni caso. Aquí en Galicia hace semanas que no para de llover y mañana, dice el hombre del tiempo, que va a empeorar...