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viernes, 31 de enero de 2014

Asfixia

 No respiro nada bien. Ayer exhalé y un gorrión que volaba a 10 metros cayó fulminado por el dióxido de mi hálito. Al principio pensé que se trataba de asma, pero poco a poco me he dado cuenta de que padezco angustia informativa. Sí, amigas, cada vez que leo las noticias en una tablet, mis bronquios se inflaman. Cada vez que leo que al  PP le ha salido una escisión por la derecha, debo inhalar Ventolín, las noticias de la Casa Real, me obligan a ingerir cortisona y el análisis de las secciones de economía me envían directamente al ambulatorio, donde una enfermera enorme y caritativa me enchufa una mascarilla de oxígeno. Y con esa mascarilla, permanezco sentado en una sillita pensando en el equilibrio imposible del mundo. A veces creo que no me insuflan oxígeno, sino gas ciclón, para intentar ajustar el gasto sanitario. ¡No quiero ni pensar que me darán cuando se privatice la sanidad!

Quizás yo sea un especimen demasiado sensible para sobrevivir en esta jungla. Pero os diré algo sorprendente: Se puede vivir con poco oxígeno. Conozco a un tipo que se fuma tres cajetillas de Ducados sin filtro todos los días y ventila de puta madre.

Si eres sensible, es probable que te asfixies en dos días. 

Por todo esto, amigas, intento hacerme el duro y cuando fumo, echo el humo de mi cigarrillo electrónico a la cara de las chicas...igualito que Humprey que acabó traqueteomizado. Entretanto las grandes corporaciones siguen pactando el precio de los combustibles, en los ayuntamientos continua la verbena indecente de la corruptela clientelar y nadie es capaz de limpiar los metales pesados del fondo de la ría que veo desde mi ventana. 

Si no es asma, lo que le ocurre al mundo va a ser hipoxia cerebral.

(Menos mal que nos queda la poesía y el jazz...)