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jueves, 30 de octubre de 2014

Mi amor por el terror...


  1. Confieso que desde muy temprana edad, sentí una irresistible atracción por el terror. Todo lo misterioso, tenebroso e inexplicable me interesaba más que los juegos reunidos Geyper. Con nueve años ya había creado mi propia galería del horror pirata en el interior de una mesilla de noche y meses después escribí mi primera novela de misterio "La Isla del Fantasma", un plagio de un episodio de Scooby Doo, en una libreta de anillas naranja. Una lástima que los niños terroríficos no éramos bien aceptados en el Club de Golf, por lo que siempre oculté mi tendencia freak. Me extrañaba que alguien pudiese asustarse ante un cadáver viviente cuando en las postrimerías del franquismo yo veía mutilados de guerra andando con las manos en las ferias. Yo debía ser de los pocos niños que observaba al ciego que tocaba un organillo arrastrado por una burra famélica, o que me estremecía al ver al pintor Quijano, una réplica de Lautrec, pintando con carboncillos en la Plaza de Vigo, con sus muletas de madera y sus pequeñas piernas inermes arqueadas (Se decía que había estado encarcelado por pederastia, aunque quizás fuese por pederastia política). ¿Era yo un observador distinto?
  2. Sí, amigos, yo era un niño distinto, porque observaba la realidad con los ojos de Frankestein. Me disfrazaba de esqueleto para refugiarme en los bailes de la parroquia. Coleccionaba máscaras horribles de latex para huir de la mediocridad.
  3. Un día, en una vieja tele de la Alianza Francesa, descubrí los maravillosos episodios de la Familia Monster. Entonces decidí que eso sería lo que yo haría en la vida: Ser un monstruo divertido. Lo de monstruo, lo he logrado ampliamente...
  4. Años después, llega Halloween. Como si en Alabama organizan la procesión del Rocío. En Galicia nos reímos de Halloween: En las aldeas perdidas de O Courel, se contaban historias de Lobishomes que habían existido de verdad, como Manuel Blanco Romasanta, al calor de una lareira con fuego crepitante, la única luz de una aislada casa de piedra, donde las sombras en la noche se olvidan en los ruidos inexplicables y en los aullidos de animales imposibles...¿Halloween? ¡Una mierda! Aquí cultivamos el verdadero terror...
  5. Y ahora os haré una revelación terrorífica: Nadie lo ha notado, pero...¡Las moscas nos invaden! Sospecho que utilizan la misma táctica que los ladrones de ultracuerpos: Irnos poseyendo poco a poco...antes de ayer observé a un mosquito nadando plácidamente en mi zumo de naranja, ayer ya eran varias las moscas que se relajaban en mi tostada con aceite y hoy he comprobado con horror que están en todas partes ¿Es que sólo lo he notado yo?¿Es que no os dais cuenta que esto es el fin? Los insecticidas ya no nos pueden ayudar...el DDT al menos las detenía, pero ahora lo han prohibido. ¡Cabrones!Sin duda nos invaden atraídas por las heces corruptas de nuestra civilización...


Yo quería ser un monstruo, pero sólo soy un aprendiz...mi querida Beatriz