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domingo, 31 de diciembre de 2023

La Nochevieja del Sr. Viñuelas

 


El Sr. Viñuelas había trabajado 25 años de contable en una empresa. Defendía a su empresa por encima de cualquier consideración moral, a pesar de las irregularidades contables.

Hace 15 años, la admirada empresa del Sr. Viñuelas, lo despidió, gracias a un nuevo programa de gestión que hacía vacuos sus servicios. 

El Sr. Viñuelas después del despido, se convirtió en un ermitaño que subsiste gracias a una pequeña pensión y unos ahorrillos. Se fue a vivir a una construcción precaria en medio del monte. Era un fin de semana mal mantenido, ya que al Sr. Viñuelas no le gustaba hablar con nadie y menos con los constructores y obreros. Cuando la cisterna del pequeño baño se estropeó, usó un cubo que habitó para siempre, cual fantasma, ese baño. Cuando la humedad penetró en una pared, no se lo dijo al constructor a pesar de estar en garantía, porque siempre es peor tener contacto con humanos que con húmedas bacterias.

Hoy es nochevieja en la cabaña del Sr. Viñuelas.

El Sr. Viñuelas no celebra ninguna fiesta ni evento porque desde pequeño es antisocial y nunca se le ocurrió ir al psicólogo porque al fin y al cabo es un humano más. No tiene amigos, no se habla con los 4 vecinos de la aldea ni con su anciana madre ni con sus 6 hermanos.

El Sr. Viñuelas tuvo una novia muchos años que lo aguantó y lo quiso, todo lo que se puede querer a un golem. Pero en el año 25 la novia se fue con un representante de bisutería ludópata y simpático.

El Sr. Viñuelas fuma porros, bebe cerveza y escucha a Jimmy Hendrix, porque es lo que hizo siempre y ahora no va a cambiar. Es un hombre de pensamiento rígido. No se pierde un partido de baloncesto ni de fútbol y puede recitar de memoria la alineación del Barcelona FC del año 1989, porque tiene memoria matemática a pesar del hachís que fuma.

Viñuelas abrió la nevera y unos langostinos lo miraron con ojos tristes, como diciéndole "Si nosotros estamos mal, ¡¡Mira como estás tú!!". Coció 4 langostinos y frio con abundante aceite un paquete entero de salchichas Frankfurt.

Se sentó delante del televisor. Se hizo el último porro del año antes de cenar y se lo fumó con gran placer. Se acordó de cuándo tenía un par de amigos e iba a conciertos de rock con ellos. De cuándo creía que sería un gran arquitecto, pero todo se torció por la falta de disciplina provocada por la desidia existencial y los porros. Recordó que tuvo un cierto éxito entre las chicas del cole, pero que era incapaz de mantener las relaciones por su falta de educación afectiva. Se comió dos salchichas que quedaron entre quemadas y crudas. De joven tenía pensamiento crítico. Ahora votaba siempre al mismo partido pasara lo que pasara. De joven leía, ahora ya no. En su casa nunca se tocaron. Ni su padre ni su madre les daban besos. Solo en ocasiones especiales y delante de invitados. "Me voy a abrir otra Franciskaner" Se comió tres tristes langostinos y al cuarto lo humilló dejándolo en el plato.

Viñuelas encendió el fuego en la chimenea. Hacía tiempo que esa chimenea se caía, pero no valía la pena hablar con nadie para arreglarla. El fuego creaba imágenes fantasmales. Al Sr. Viñuelas le pareció ver el rostro de su exnovia entre las llamas del fuego. Le pareció ver un niño que nunca tuvieron porque decidieron abortar. Vio a Mike Jagger dando saltos en un concierto inolvidable al que asistió, cuándo todavía la vida de Viñuelas albergaba la esperanza de empatizar con ese mundo que ahora odiaba...

Las salchichas del Sr. Viñuelas fueron desfilando militarmente hacia el fondo de su estómago.

Viñuelas abrió la tercera Franciskaner (Cada una de medio litro). Entonces el Sr. Viñuelas tuvo una revelación:

"Esto del fin de año es una mierda. El año que viene no como langostinos"

Y entonces se comió el último langostino que ya estaba celebrando su indulto y se murió...


jueves, 9 de noviembre de 2023

SALITRE       



 

Una teoría de la física cuántica dice que existe una conexión entre partículas subátomicas que no comparten el mismo espacio físico, pero que en algún momento lo compartieron. (Einstein llamaba despectivamente a esto “Acción espeluznante a distancia”).

¡Pero es que aun hay más! El vínculo entre estas partículas podría ser atemporal, con lo que el presente no solamente podría estar afectado por el pasado, sino también por el futuro.
No me interesa la física teórica, pero me agarro a un clavo ardiendo cuándo de amar se trata.
¿Adónde va el amor vivido intensamente y el que no hemos podido aprehender?
Ya muy lejos de las teorías cuánticas, estoy convencido de que ese amor vivido y el amor frustrado, transitan por espacios tan imposibles como reales.
Después de comprender que se ha acabado un amor, no creo en el “Un clavo quita a otro clavo” ni creo en el olvido. Sería una frivolidad que no podría perdonarme.
Creo en el amor a ese amor vivido. En el respeto profundo a la persona con la que se ha compartido de forma cálida vida, intimidad y éxtasis. Sin descontar ni siquiera los problemas, las dudas o los malos momentos. Todo eso es nada, al lado de aquel paseo de la mano por una playa salvaje del norte, dónde las majestuosas olas interpretaban nuestra indeleble banda sonora.
No es que sea ñoño, es que soy profundo como el mar oscuro.
No es que sea nostálgico ¡Es que intento ser justo!
Alguien que ha aguantado con una sonrisa mis toses, mis inmadureces y mi cara por las mañanas (Y que merecería una estatua ecuestre en la Plaza de Oriente), a esa persona le profesaré cariño, gran respeto y admiración eterna.
Y ¿Quién sabe? Quizás tenga razón Hawking que afirmaba que nuestro universo es como un fractal infinito, un mosaico de diversos universos de bolsillo, dónde todo lo que puede ocurrir, está ocurriendo.
Por eso, ahora quizás estemos paseando de la mano en aquella playa salvaje en la que las olas nos empapaban con su salitre mientras hablábamos de nuestros hijos.
O eso, o es que soy un idiota que simplemente te ha perdido para siempre…


lunes, 29 de agosto de 2022

Y DE REPENTE OTRO OTOÑO...

"Coño, coño, primavera parece más que otoño" Escuché esta curiosa frase, ensayando una obra de Peter Weiss "De cómo el Señor Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos" no llegamos a representarla en mi grupo juvenil de teatro (1977) pero había un mensaje muy interesante en ese texto teatral: "Misterio es el trabajo, el matrimonio, la salud, el dinero; hasta el ponerse los zapatos; en todo está el demonio; en moverse y, en fin, en no moverse" Viene esto a cuento (Además de que siempre mola citar a un autor consagrado) porque el fin del verano se acerca de nuevo. Otra vez huyen como cobardes las hordas de nómadas del todo incluido, del apartamento turístico y de la devota peregrinación con mochila y ampollas que nos visitaron en perfecto desorden en busca del descanso imposible. Aunque aún no llueve, un extraño sentimiento de desolación nos embarga. Ya no es que este invierno no podremos pagar la calefación y que tendremos que pasarlas canutas para llegar a fin de mes. No amigas. Es mucho peor. Estamos ante la eterna metáfora de la transitoriedad de la vida, ante ese futuro incierto que se avecina con pinta de esqueleto asesino. Y no podemos evitarlo. Lo mejor es utilizar el sentido del humor en todo lugar y momento. Recuerdo a una refugiada ucraniana entrevistada en televisión: "Yo creí que mi vida en Ucrania era mediocre, trabajaba duro, salía de vez en cuándo, un coche viejo...ahora que no tengo nada y hay guerra, me he dado cuenta de que era muy feliz". No hablo de conformismo, hablo de ser conscientes de que no podemos controlarlo todo ni dirigir como Billy Wilder la película tragicómica de nuestra vida. Las ilusiones de la primavera, en el otoño se antojan triviales. Cuándo pensabas en ser feliz con alguien, solo deseabas que esa persona fuera guapa y/o simpática. Ahora te has empeñado en que un amor debe de ser profundo y que si tu pareja no posee calidad humana, la vida puede ser un infierno. Las relaciones con picos y valles son muy cansinas, aunque todos disfrutamos de las maravillas de las reconciliaciones, estas suelen ser el preámbulo de la próxima guerra mundial. En primavera pensabas en tener una casa con piscina para ser feliz. En otoño cambiarías tu mansión por una buena próstata. Nunca sabes cuándo acabará una relación ni una vida. Ni siquiera cuánto aguantará el precio de la gasolina. Pero lo que sí sabemos es que no podemos vivir con miedo ¿Quien tendrá tanto interés en que vivamos atemorizados del futuro? A veces se nos escapan los análisis de la realidad política y macroeconómica. Demasiadas variables para interpretar. Lo que no se nos escapa es que vivir es una gran putada, aunque estemos disfrutando de momentos maravillosos en todos los ámbitos de nuestras insignificantes vidas. Recuerdo una viñeta con un universo dibujado plagado de grandes planetas, estrellas y quásares con una flecha que apuntaba a un diminuto puntito y decía: "Usted está aquí, cálmese un poco" Volviendo a Peter Weiss: El Señor Mockinpott tenía graves padecimientos e intentó solucionarlos acudiendo a gobernantes, médicos, poderosos e incluso a Dios...nadie alivió su dolor. Pero Mockinpott, en su otoño, descubrió que todos sus males provenían de llevar los zapatos al revés...y nunca más volvió a sufrir.

lunes, 13 de septiembre de 2021

El otoño del jefe

Ahora que llega el otoño, Ismael se ha dado cuenta de que está solo. Hace años que no tiene una relación seria con nadie, ni siquiera con sus dos hijas que viven lejos. La salud tampoco lo acompaña en exceso. Ese infarto hace 10 años, cuando todavía era el jefe de la sucursal, lo convirtió en pensionista. Dejó de practicar pádel y escasamente camina 300 metros de paseo marítimo sin sentir agotamiento. Y lo hace por orden judicial de su médico. Ismael nunca pensó que la empresa fuera a dejarlo tirado. Ni siquiera una placa de alpaca y una cena de jubilación. Nada. Antes, a Ismael le miraban con admiración todas las porteras del barrio mientras caminaba luciendo su blasier azul y su camisa almidonada con gemelos de oro. Al llegar a la sucursal, todos los empleados miraban hacia sus ordenadores y lo saludaban afablemente. Dolores la comercial, Javier de riesgos, Varela de contabilidad y así los 8 empleados que llegó a tener. Todavía recuerda las intensas noches con los clientes de Lugo, copiosas cenas en los mejores restaurantes que pasaba como dietas y después bebiendo gin tonics en algún club de carretera mientras firmaba contratos en servilletas manchadas de carmín. Ismael recuerda que entonces era feliz. Se había casado con Eva, una enfermera guapa que dejó su trabajo cuándo se quedó embarazada. Se llevaban razonablemente bien y habían criado a dos hijas preciosas. Recuerda Ismael, que trabajaba muchas horas y quizás no vio a sus hijas actuar muchas veces en las fiestas del cole. Eva también se quejaba de que llegaba muy tarde, que no le dedicaba mucho tiempo a ella ni a las niñas. Menos mal que Eva nunca se enteró de que Ismael estuvo 15 años liado con Mara, que vivía cerca de la sucursal. A veces en 20 minutos subía a casa de Mara, le hacía el amor salvajemente, se duchaba con gel sin aroma y volvía a trabajar como si nada. Ismael nunca le dio importancia a esa relación. Aunque Mara muchas veces le pedia más. Un poco de cariño nada más. Ismael dejó de acostarse con Mara cuándo ella comenzó a deprimirse y a llorar cada vez que se despedían en sus breves encuentros sexuales. Ahora Ismael está solo. Con suerte, sus hijas lo visitan dos veces al año. Sus padres han fallecido. Ya no juega al pádel. Ya no tiene amante. Su esposa se fue. Sus ex-empleados apenas lo saludan por la calle. Él creía que el crepúsculo no sería así. Ismael no cocina más allá de una tortilla francesa aceitosa o unos espaguettis con tomate Solis. Y ese dolor...desde que le dio el infarto todas las tardes sufre un intenso dolor en la pierna. Ningún analgésico lo alivia. Por eso nunca sale por las tardes. El otoño llega y la juventud se va a freir puñetas. ¿Dónde han ido todos esos amigos de antaño? A Ismael tampoco le gusta que lo vean así. Solamente habla de fútbol con el portero de la finca, que le regala huevos de la aldea y a veces grelos que el gran director de sucursal no sabe cocinar. Ismael ahora se da cuenta de que no debió colocar esas preferentes a tantos clientes, sabiendo que eran basura...

martes, 31 de agosto de 2021

GREGO EL CRACK



Grego vestía el Loden más caro de la discoteca Gran Casino, dónde los jóvenes quinceañeros pagábamos entrada para aspirar a tocar el cielo bailando las lentas con las guapas (Que nunca pagaron un clavel). Solo unos pocos conseguían acercarse a ellas. Grego era uno de los privilegiados. No era dificil para él, con su 1,88, su intenso aroma a Agua Brava y a Winston americano. Su chaqueta Pulligan granate lucía como la de un modelo de pasarela. Yo mientras, me defendía con mi 1,78, algún jersey heredado de mis primos y un vaquero diseñado por Paquita la costurera, que venía los miércoles y se llevaba a su casa la cena en una tartera. Pero no, Grego nunca tuvo problemas de ropa ni de parné. Su madre era la dueña de una cadena de tiendas de telas y confecciones "Novedades Aurelia" que con el tiempo se convirtió en un emporio.

Esa tarde sonaba en el Gran casino "Killing me softly" con la bola de espejos trazando destellos de amor como un lanzallamas. Grego bailaba con Marisa la alta, la chica más explosiva de los Jesuitas. Grego era campeón de voleibol. Bailaban muy agarrados y yo los miraba de reojo. Yo era muy tímido por entonces y ya me habían abofeteado con dos negativas a mis intentos Pily y Fátima, las chicas más casquivanas de mi clase. Apuraba mi cubata de Pilé 43 y me fumaba mi último Ducados cuándo vi a Ainhoa la vasca, mi primera novia, que me había dejado por no saber que al besar había que meter la lengua. Todavía tomo Prozac por ese episodio...patéticamente le pedí que bailase conmigo y ella increíblemente aceptó. Cuando sentí su pecho turgente pegado al mío y nos agarramos por la cintura yo y ella por mis hombros...comenzó a sonar a toda pastilla "I Can´t get no satisfaction" de los Rolling mientras luces estroboscópicas nos cegaban. Ainhoa comenzó a moverse como una gudari psicópata y enseguida la perdí entre la multitud y el humo. En ese momento vi a Grego que llevaba de la mano a Marisa la alta ¡A la planta alta!

Corrían leyendas por los pasillos de Jesuitas de que la planta alta de la discoteca Gran Casino era algo así como un lugar donde se celebraban grandes orgías y las parejas iban a "Mazar" término que por otra parte siempre me pareció entre burdo y envidiable. Yo había subido una vez con Ainhoa cuando salía conmigo y entre la penumbra conseguimos sentarnos en un pequeño sofá de skay, donde yo creí que me pasaba por besarle los labios con dulzura, abrazarla y acariciarla como al amor eterno, cuándo ella ya había estado antes en el piso de arriba con chicos de COU mucho mayores y más doctos que yo en cuánto a artes amatorias se refiere. Quizás por eso todavía consumo grandes dosis de Lexatin...

Grego ese día, se tumbó sobre Marisa la alta, en el pegajoso sofá de skay. Todos envidiábamos a Grego...

Cuando a las 22,00 horas el Gran Casino nos echó a todos los mocosos a la acera, vi como Grego se subía a su Puch Minicross con Marisa la alta agarrada a su torso de deportista mientras el motor rugía como una Harley, o al menos a mí me lo parecía, con sus impresionantes 50 centímetros cúbicos. Yo volví andando solo hasta mi casa,intoxicado por el alcohol de garrafón y los 14 Ducados que me había fumado esa tarde...

No volví a ver a Grego el crack, el alto, el ligón, el triunfador en muchos años...por fin me había librado de su tufo a Agua Brava (Yo por entonces usaba la colonia a granel del Ejército de Tierra que conseguíamos en la Farmacia Militar con la cartilla de mi abuela).

Cayeron muchas hojas de árboles y regímenes políticos. Muchos veranos castigado estudiando, pequeñas alegrías y algunas penas. Algunos crecieron y se convirtieron en mujeres y hombres de provecho, otros transitamos los caminos que existen entre el infierno y la gloria. Algunos compañeros y compañeras tuvieron hijos y bufetes de abogados importantes, algunos acabaron con cara de rodaballo, otros nos reciclamos como pudimos, con nuestras dudas, nuestras deudas y nuestros éxitos efímeros. Nunca supimos como sería el futuro porque nos engañaron. Nadie nos dijo que era importante tener una sonrisa dulce, amar con plenitud o disfrutar del arte y del pulpo a la gallega...

Una húmeda mañana de otoño salí de la oficina a hacer unas gestiones y atravesé caminando lánguidamente la plaza de Vigo. De detrás de un seto, salió un mendigo de gran estatura que recogía un saco de dormir mojado en el que había pasado toda la noche

- ¿Tienes un cigarrillo?

- ¿Te vale un Habanos?

Entonces le di un Habanos a Grego.

Su madre había muerto, "Novedadaes Aurelia" eran ya locales vacíos con ratas, Grego se hizo adicto a la heroína y al LSD.

Sentí mucho que el crack del Gran Casino durmiese ahora detrás de unos setos, bajo la lluvia.

La última vez que lo vi, dormía en un hospital de tuberculosos abandonado.

Un día apareció muerto y nadie preguntó.

Amigos, si os dicen que no habéis triunfado, no le creáis a nadie.

El éxito es respirar cada amanecer, ver luz en la ventana y si acaso subir de vez en cuándo con vuestro amor a la planta alta de los sueños...







martes, 3 de noviembre de 2020

La última fiesta de Sr. Baker

 




Las luminarias de sodio arrojaban algo de luz sobre las cansadas losas de Royal Street. Una fina cortina de lluvia creaba el vapor fantasmal que nacía en la calzada. El Sr. Baker volvía de la fiesta de empresa borracho y extenuado. Oyó unos pasos inquietantes tras de sí. Se volvió y no vio nada. Apuró el camino hacia los taxis. Las pisadas de nuevo le perseguían. Se giró y alcanzó a ver una sombra fugaz que se diluyó en la vidriera de un escaparate. El Sr. Baker era un contable cobardón. Comenzó a correr hacia Comodoro Street, donde sin duda habría un taxi salvador. Corría fatigado, maldiciendo los diez Winstons y los cinco Ballantines que había liquidado esa noche mientras intentaba convencer a la Srta. Johansson de Facturación para que lo acompañase a un hotel (A pesar de que Baker llevaba 20 años casado con la encantadora Rose, su novia de toda la vida). A lo lejos atisbó la luz verde de un taxi libre en la parada. Los pasos ahora le perseguían junto a una respiración animal. A pesar de que el Sr. Baker corría más que nunca hacia ella, la luz verde se alejaba más y más. De joven había sido un buen atleta, pero se había dejado y lucía barriga cervecera, pulmones negros y calvicie. Se detuvo en seco. Una figura pequeña y oscura le cortó el paso. Baker no podía ver el rostro de ese ser porque estaba cubierto por una lacia melena negra. Baker supo que era el Diablo.

- ¿Charles Baker?

- Sí

- Acompáñeme...

El ser oscuro comenzó a caminar, casi a volar, hacia un callejón sin apenas luz. Baker lo siguió de forma hipnótica. El callejón daba cobijo a negocios ruinosos que Baker creía desaparecidos hace tiempo: Un anticuario precario, una vieja tienda de partituras extrañas, una pequeña frutería llena de espejos...

El ser empujó una puerta de madera que lucía una aldaba dorada con forma de mano. La mano le indicó a Baker que entrase. Olía a madera húmeda, orines y lejía. Una mortecina bombilla alumbraba el cañón de las escaleras. Ambos subieron por los irregulares escalones de pino gastado. Un descansillo, una puerta entreabierta, el ser oscuro entró. Baker supo que sería la última puerta que iba a cruzar. Extrañamente no estaba aterrorizado. Baker siempre había sido algo ermitaño, solo salía con sus compañeros de trabajo un día al año, apenas tenía relación con su madre y hermanos y la vida con Rose era correcta y rutinaria. El resto, nada. A pesar de no tener mucho que perder, Baker se quedó inmóvil sin traspasar la puerta. Un largo brazo apareció y una mano sarmentosa lo agarró por el pecho y le quemó el corazón. Baker fue arrastrado a un lugar oscuro y terrible donde las almas permanecían prisioneras del dolor absoluto y eterno. Baker comenzó a sentir afilados cuchillos penetrando en su carne, fuego abrasando sus ojos, gritos agónicos, olores nauseabundos...

- ¡Baker, Baker! Me estás aplastando una teta, despierta.

La Srta. Johansson consiguió zafarse del peso muerto de Baker.

- Joder Baker, si lo llego a saber no vengo. Me traes a un hotel de mierda y te quedas dormido encima de mí. ¡Hay que saber beber Baker! Y no se te ocurra contarle esto a nadie, que si no, yo se lo cuento a Rose y tienes más que perder que yo, que soy libre como el viento.

La Srta. Johansson se levantó y comenzó a vestirse. Era una mujer exuberante algo fondona, de rasgos dulces y bonita melena rubia. Entró en el bañó, usó el bidé, se peinó y salió.

- ¡Baker, Baker! Despierta que son las 6 y entramos en un rato a trabajar.

Baker seguía inmóvil en la cama. La Srta. Johansson se asustó. Había oído hablar de infartos letales en hombres maduros que vivían aventuras furtivas. No le gustaría acabar la madrugada en una comisaría explicándole a Rose lo que había ocurrido.

- ¡Baker, joder!

El Sr. Baker comenzó a moverse bajo las sábanas resacoso y somnoliento. 

El Sr. Baker dijo con voz de ultratumba:

- Ponme un Ballantines con mucho, mucho hielo...






lunes, 5 de octubre de 2020

Zanetti Brothers





La carpa rayada del Circo Universal había albergado ya mejores espectáculos. La caravana ahora se componía de cuatro viejas cabezas tractoras Mercedes- Benz que arrastraban semirremolques con estrellas evanescentes sobre fondo rojo apagado. Unas pocas rulottes desvencijadas conformaban el resto de la ciudad circense. En la entrada del recinto un cartel en arco rodeado de bombillas, algunas fundidas, mostraba las letras de "Gran Circo Universal". Olía a orines y a serrín.

Tatín Zanetti, el viejo payaso, llegó de tomarse unas copas en la ciudad con el tiempo justo para la función. Era un hombre de complexión fuerte, ahora fondón, que en su juventud había sido acróbata. En el circo se decía que no podías ser un buen payaso hasta los 45 años. Tatín había pasado los 45 hacía muchos años y seguía sin ser un buen payaso. A veces tenía una función buena, pero normalmente solo aspiraba a cumplir e irse a dormir la mona a su litera. Llegó arrastrando los pies, vestido con una americana de pana raída, pantalón de loneta gris y una gorra que le había regalado un estibador londinense en una noche de curda. Subió cansino a su rulotte y comenzó a maquillarse ante el viejo espejo. Sobre el aparador cajas con restos de maquillaje, ceniceros repletos de colillas y vasos sucios.

- ¡Tatín cabrón invita a un purito!

Popito Zanetti entró en la rulotte y se sentó en una silla de tijera al lado de Tatín. Llevaba una botella mediada de güisqui barato y ya estaba vestido con su larga camiseta roja, su pantalón ancho con parches de colores y sus grandes zapatones. Era enjuto y nervioso.

- Si te invito a un purito tu me invitas a un güisquito, Popito - Dijo Tatín

Ambos rieron y se intercambiaron güisqui y puritos. Comenzaron a beber y a fumar mientras se maquillaban. Fuera comenzaban a oírse las voces nerviosas de niños y padres llegando al circo. Popito miró por la ventana y dijo:

- Tatín, hoy no sacamos ni para la cena.

- Calla y sirve otro guisqui Popito.

Popito sirvió más güisqui en los sucios vasos reciclados.

Tatín y Popito llevaban 15 años trabajando juntos bajo la carpa del Universal, aunque en la pista se decían hermanos, ni lo eran ni se parecían en nada. Podrían ser los alter ego de "El Gordo y El Flaco".

- Estoy jodido Tatin.

- ¿Qué te pasa Popito? - Dijo Tatin con desgana.

- Sospecho que mi Loly se entiende con el lanzador de cuchillos.

- Pues ¡Menuda puñalada trapera!

- ¡No te rías Tatín! No le veo la gracia.

- Anda Popito, aún nos da tiempo a tomar otro antes de la función.

Popito vació la botella en ambos vasos. 

El regidor, un enano de mal carácter, abrió la puerta y berreó desagradable:

- ¡Payasos a pista en 5 minutos, en 5 minutos payasos a pista! Cerró la puerta y se fue.

Tatín y Popito comenzaron a maquillarse, beber y fumar más rápido.

- Tatín ¿Cómo sigue tu hija? - Preguntó Popito.

Tatín permaneció mudo unos segundos hasta que dijo de mala gana:

- Mi hija muy bien. Está con la metadona.

- ¿Por qué se drogará la juventud? - Dijo Popito mientras apuraba su tercer güisqui.

- ¿Qué quieres que te diga Tatín? Yo ni si quiera conozco el origen del universo ni a dónde vamos después de muertos...

- Popito, después de muertos vamos a...Pompas Fúnebres ¿No lo sabías?

- Pero que tonto es este tío - Masculló entre dientes Tatín.

- ¿Qué dijiste Popito?

- Nada, que el güisqui no está frío - Tatin apuró el último trago.

La puerta se volvió a abrir, el enano regidor gritó:

- ¡Payasos a pista! ¡Payasos a pista!

Tatín y Popito, a mil por hora, dieron las últimas caladas a sus puros, se pusieron su americana estridente (Popito) y su extravagante levita militar (Tatín), su sombrero de copa (Popito) y su bombín (Tatín), cogieron sus cubos llenos de confetti que parecían rebosantes de agua, salieron corriendo hacia el hall de la pista. Se situaron tras las raídas cortinas plateadas.

- ¡Señoras y señores, queridos niños, con ustedes los payasos más divertidos del mundo, un fuerte aplauso para los magníficos Zanetti Brothers!

Tatin y Popito se agarraron de la mano.

Los mozos de pista les abrieron las cortinas.

Ambos avanzaron con sus grandes zapatones cantando

- Lalalalalalalala....

Corrieron hacia el público y arrojaron el contenido de sus cubos sobre los espectadores.

Una gran carcajada estalló sobre la vieja carpa del Gran Circo Universal.


(Definitivamente, el universo quizás haya sido creado por un payaso...)










miércoles, 23 de septiembre de 2020

DOCTOR THÁNATOS, SUPONGO (Mini-espectáculo sobre la eutanasia para dos actores y un público inteligente)


 


(Un espacio con el público sentado alrededor. En el centro, una mesa camilla llena de medicamentos, un candelabro con velas encendidas y un equipo de sonido en el que suena el Coro Místico de Mahler. A la derecha de la mesa una silla de ruedas en la que se sienta Manolo Malpaso, enfrente, al otro lado de la mesa, una silla vacía. Manolo está vestido con un camisón de hospital, lleva una mascarilla para evitar infecciones, se encuentra débil y tose de vez en cuándo. Suena un timbre)

MANOLO: (Con dificultad) La puerta está abierta, doctor...

(Aparece entre el público el Doctor Thanatos, porta un maletín de cuero y viste con un abrigo oscuro y un sombrero. Manolo apaga la música con dificultad)

DOCTOR: ¿Es usted el señor Malpaso?

MANOLO: Soy los restos del señor Malpaso...y usted es el Doctor Thánatos, supongo

DOCTOR: Thanatos, Thanatos, no Thánatos, Thanatos

MANOLO: Me han hablado muy bien de usted. ¿Quiere dejar su abrigo? (Señala el perchero) Disculpe que no me levante, Doctor Thánatos...

DOCTOR: ¡Thanatos! ¡Thanatos!   (Se saca el abrigo lentamente y lo deja en el colgador, al igual que el sombrero) ¿Tiene los informes?

MANOLO: Claro, claro, los informes...están en ese sobre (Señala un gran sobre que está en la mesa. El doctor se sienta y comienza a leerlos con interés) Doctor ¿Cree que podrá ayudarm...?

DOCTOR: (Lo interrumpe) ¡Shhh! (Continúa leyendo)

MANOLO: No hace falta que diga en voz alta lo jodido que estoy (Pausa) Aunque ya veo que no es usted un charlatán...

DOCTOR: (Deja de leer y se levanta. Abre el maletín y saca un estetoscopia) Ahora voy a reconocerlo.

MANOLO: Ah, pero ¿No me reconoce? ¡Soy Manolo Malpaso! (Comienza a reírse pero la carcajada se convierte en una tos terrible) Disculpe, doctor...

DOCTOR: (Mientras lo ausculta) ¿Hace mucho que no ingiere alimentos?

MANOLO: Llevo varios meses a base de esa comida asquerosa que me meten por una arteria...desde luego no creo que al laboratorio que la fabrica esa papilla le den una estrella Michelín...

DOCTOR: ¿Duerme por las noches?

MANOLO: Ni por las noches ni por el día, me meto cuatro pastillas distintas y me enchufo la mascarilla de oxígeno y lo único que consigo es un colocón de los malos, como si me hubiese bebido una botella de Anís El Mono...

DOCTOR: ¿Cuándo empezó a deteriorarse su calidad de vida?

MANOLO: La verdad es que antes de la enfermedad mi calidad de vida ya estaba bastante deteriorada: Soy agente de seguros (Al ver que el doctor no se ríe se pone serio). Hace cinco años que estoy encerrado en este búnker.

DOCTOR: (Deja de auscultarlo y guarda el estetoscopio en el maletín) Como usted ya sabrá, tiene un tumor de grado cuatro con metástasis generalizada. Su esperanza de vida en el mejor de los casos es de unos dos meses...después sufrirá terribles dolores, asfixia, convulsiones y no podrá controlar sus esfínteres...

MANOLO: Con lo bien que estaba usted calladito, hombre...las personas que me hablaron de usted, me dijeron que puede solucionar cualquier enfermedad ¿Que me recomienda?

DOCTOR: (Piensa unos instantes) ¡Cianuro!

MANOLO: (Enciende la música de nuevo y suena un paisaje terrible, está como en trance. Ambos miran al público en pose. La música se detiene) ¡Gracias doctor Thánatos!

DOCTOR: ¡Thanatos!

MANOLO: ¡Es usted un genio! (Se levanta con dificultad pero vuelve a sentarse)

DOCTOR: Pero antes...

MANOLO: ¿Pero antes?

DOCTOR: Antes...

MANOLO: ¿Pero antes? Ahhh, claro, lo había olvidado...encontrará el dinero debajo del equipo de música. Mil dólares ¿No? (El doctor coge el dinero, lo cuenta y lo introduce en el maletín) Imagino que no será fácil reclamarle el dinero a sus clientes...

DOCTOR: No sabe usted lo difícil que es arrancarle la cartera a un cadáver...¿Comenzamos? (Se levanta y saca del maletín una gran jeringuilla llena con un líquido azul con una larga aguja)

MANOLO: Cuando usted quiera...yo ya he arreglado todo, el seguro de decesos, el entierro. Soy divorciado, no tengo familia y el perro se lo he regalado a la portera. En realidad, era un chucho asqueroso, pero a mi última novia le excitaba hacer el amor mientras el perro comía croquetas...

DOCTOR: ¡Por Dios! ¡Que perversión! (Se dispone a clavarle la aguja en el brazo)

MANOLO: (Preocupado) No se preocupe, hace tiempo que en esta casa...no comemos croquetas. Oiga ¿No me dejará un hematoma en el brazo, no?

DOCTOR: El hematoma se le pasará en unos...

MANOLO: (Riéndose) ¡Ha picado doctor! Siga, siga...

DOCTOR: ¿Quiere usted rezar algo antes de...?

MANOLO: Para ir al cielo tendría que rezar tres años seguidos...no, gracias

DOCTOR: No se imagina usted la de cosas raras que hacen mis pacientes antes de morir...

MANOLO: ¿Sí? Cuente, cuente...

DOCTOR: A los socialistas les gusta que les inyecte el veneno en el brazo izquierdo...

MANOLO: A mí mejor en el derecho...

DOCTOR: Los millonarios antes de morir siempre me piden descuento y algunas mujeres en vez de inyecciones prefieren el veneno en bombones belgas y... (Mira a Manolo) Nada tan raro como lo del perro y las croquetas...

MANOLO: En esa chica, eso era lo más normal...

DOCTOR: Señor Malpaso, le voy a inyectar un suero de mi invención, a base de cianuro y otras sustancias secretas que no le puedo revelar...

MANOLO: A mí si me lo puede decir, no se va a enterar ni Dios...

DOCTOR: (Mientras se dispone a inyectarle) Este líquido le dará una muerte dulce y serena. Una sola gota inyectada le proporcionará una sensación agradabilísima que durará tres minutos...

MANOLO: ¡Estoy deseándolo! ¡Adelante Thánatos!

DOCTOR: ¿A que no lo mato?

MANOLO: Thanatos, Thanatos...

DOCTOR: (Sádico, se dispone a inyectarle la sustancia en el brazo) Después de esos minutos placenteros sus pulmones se colapsarán, su corazón estallará y una vena de su cerebro se romperá...

MANOLO: (Ambos forcejean agarrando la jeringuilla) ¡No! ¡Yo quiero vivir!

(Se detiene la acción unos segundos. Ambos se dirigen al público como actores)

ACTOR 1: Estimado público. La eutanasia es un tema muy delicado y necesitamos conocer su opinión sobre el particular para continuar el espectáculo.

ACTOR 2: Efectivamente, tenemos muchos finales preparados...

ACTOR 1: Dos

ACTOR 2: Y ustedes deben decidir si el Doctor Thánatos...

ACTOR 1: Thanatos

ACTOR 2: Le debe aplicar la eutanasia activa a Manolo Malpaso.

ACTOR 1: Sin más preámbulos le vamos a consultar su opinión a esta joven (Se dirige a una espectadora) ¿Cree usted que el Doctor Thanatos le debe inyectar el veneno  al Señor Malpaso?

(1) ESPECTADORA: Sí

ACTOR 2: ¿Por qué?

(1) ESPECTADORA: (1) Porque todo el mundo tiene derecho a decidir...(2) Porque está muy mal y no vale la pena vivir

(1) (2) ACTOR 1: Pero el señor Malpaso está bajo la influencia de los medicamentos y ahora a última hora dijo que quería vivir...no creo que tenga su cabeza en la mejor disposición para decidir...

(3) ESPECTADORA: No. Porque nadie puede decidir quien vive y quien muere.

(3) ACTOR 2: ¿Entonces el señor Malpaso debe continuar con su agonía, alimentación por la arteria, dolor, insomnio, convulsiones y descontrol de esfínteres hasta que le reviente una vena en la cabeza? (A un espectador) ¿Usted cree que el Doctor Thanatos debe inyectarle el veneno al Señor Malpaso?

(4) ESPECTADOR: Sí, porque es preferible morir en paz a pasar esa agonía...

(4) ACTOR 1: Tampoco debía estar tan mal, cuándo hacía poco todavía follaba con su novia, mientras el perro comía croquetas...

(5) ESPECTADOR: No, porque es un delito y nadie tiene derecho...

(5) ACTOR 1: ¿Entonces cree que el señor Malpaso debe continuar con su agonía en una casa dónde hace mucho que nadie come croquetas?

ACTOR 2: Señoras y señores ustedes van a decidir si Manolo Malpaso va a morir a manos del Doctor Thanatos.

ACTOR 1: Y para ello vamos a realizar una votación a mano alzada ¿Quién no quiere que el Doctor le practique la eutanasia a Manolo Malpaso?

ACTOR 2: ¿Quién quiere que el Doctor le practique la eutanasia a Manolo?

ACTOR 1: Vamos a continuar el espectáculo de acuerdo con sus deseos, y para ello les vamos a pedir que cierren los ojos hasta que oigan a los personajes hablar de nuevo.

ACTOR 2: ¡Cierren los ojos!

DOCTOR: (Sádico, a punto de inyectarle) Después de esos minutos placenteros sus pulmones se colapsarán, su corazón estallará y una vena de su cerebro se romperá...

MANOLO: (Forcejea con él para intentar detenerlo) ¡No! ¡Yo quiero vivir!

DOCTOR: (Se pincha fortuitamente con la aguja) ¡Me cago en tu puta madre! ¡Me he pinchado con la aguja!

MANOLO: Imagino que tendrá algún antídoto...

DOCTOR: (Horrorizado) No hay antídoto...(Se sienta)

MANOLO: (Va a consolarlo) A todos nos llega el día...

DOCTOR: (Placenteramente) Pero hoy te tocaba a ti, Manolo Malpaso, cabrón...que bien me encuentro...

MANOLO: No sabe como lo siento ¿Quiere una aspirina o algo?

DOCTOR: (Amable y sonriente) Mis abogados te van a dejar en pelotas (Cariñoso) Hijo de perra...

MANOLO: Me deja usted preocupado...

DOCTOR: Ironías de la vida...he ayudado a morir a más de 100 personas, para evitarles un sufrimiento innecesario...y ahora voy a morir en casa de un desahuciado, sólo como un perro...

MANOLO: ¿Le traigo unas croquetas?

DOCTOR: La luz, la luz, ya veo la luz...

(Se apaga la luz y sólo queda un foco que alumbra frontalmente la mesa. El Doctor se levanta y camina a cámara lenta hacia el proscenio. Manolo se sube a la mesa y abre los brazos en cruz como si fuese Dios. Suena música celestial )

DOCTOR: Señor, señor, se presenta humildemente ante usted el Doctor Thanatos (Se arrodilla) Siempre he intentado hacer el bien, ayudar a los demás, curar a los enfermos...

DIOS: (Subido a la mesa, habla como un yonky de Montealto)  Muy bien hijo, muy bien...

DOCTOR: También me dediqué a ayudar a morir dignamente a los enfermos terminales...

DIOS: Chachi, hijo, chachi...

DOCTOR: Es cierto que les cobraba grandes cantidades de dinero, que no les daba factura, que no pagaba impuestos...pero lo hacía por ellos

DIOS: De puta madre, hijo...

DOCTOR: (Encendiéndose) Señor, confieso que he sido algo chulito en la vida, pero...¡Es que soy médico! Un médico que intentó acabar con la hipocresía de la eutanasia...

DIOS: Cojonudo...

DOCTOR: Señor...entonces...¿Puedo entrar en el reino de los cielos?

DIOS: Ni puta idea...

DOCTOR: (Se levanta extrañado) ¿Pero tú no eres Dios?

DIOS: (Con normalidad) No hijo mío. Yo soy...¡Jimmy Hendrix! (Comienza a tocar como un loco una guitarra imaginaria mientras suena "Little wing" de Hendrix. Thanatos cae fulminado mirando al público con cara de horror. Muere. Apagón)


                                                                   FIN

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El profesor Mato

 



El profesor Mato pidió otro vino.

El dueño del viejo bar Zorelle le sirvió el tercer Rioja con precisión.

Eran casi las 2 de la tarde, el profesor apuró el vino, saludó parco a la parroquia y salió disparado hacia su casa, a 50 metros del Zorelle.

El larguirucho y recio profesor, observó la vieja placa del portal "Luis Mato - Licenciado en matemáticas"

Subió jadeando los tres pisos, el cañón de las escaleras olía los martes a caldo gallego. Introdujo la llave en la cerradura de su destartalado piso y escuchó la voz de Obdulia al otro lado del largo pasillo "Luis, pasa para la mesa". Luis Mato siempre se retrasaba  dos vinos a la hora de comer. Se lavó las manos en el lavabo del pasillo y caminó sobre el viejo linóleo marrón hasta llegar al pequeño y oscuro comedor italiano.

Obdulia era una mujer bajita, morena y potente. Acercó la tartera humeante de caldo hasta la mesa. El profesor le dio un beso rutinario en la mesilla y se sentó enfrente de ella, que con mala cara llenaba los platos soperos hasta el borde.

- Luis, te volvió a llamar la madre de Melquiades.

- No quiero dar clase a ese chico, no atiende y muerde los bolígrafos hasta hacerlos sangrar...

Obdulia llevaba las cuentas de esa familia y sabía que las cosas no iban bien. El profesor Mato cobraba una pequeña pensión de jubilación, pero las clases particulares les sacaban las castañas del fuego. Se habían casado cuarentones ambos. El profesor siempre había sido autónomo, salvo unos años en los que dio clases en la academia "España". Obdulia había trabajado en "Olivetti" pero la delegación había huido hacía muchos años de la ciudad. Un alumno más significaba una pequeña alegría a finales de mes. El profesor sabía muchas matemáticas, pero había perdido la ilusión en el bar Zorelle.

- Llama a la madre de Melquiades - Le dijo Obdulia mientras le servía vino tinto de mesa.

- Ese niño me desordena toda la mesa, no pienso darle clase.

El profesor Mato había sido becario muchos años en la Facultad de Matemáticas de Santiago de Compostela, donde prometía como brillante investigador en los años 70 del siglo XX. La Falange y el Rioja le impidieron progresar...

El profesor comenzó a hablar cuando Obdulia sirvió en la mesa unos chorizos con repollo, mientras apuraba su segundo vaso de vino, el quinto del día...

- La finalidad de las matemáticas consiste en la explicación de fenómenos incomprendidos por el hombre - Obdulia aprovechó el inicio del mitin para recoger los platos de caldo y hacer mutis hacia la cocina - Rendir honor al espíritu humano y engrandecerlo. Por lo tanto una cuestión sobre números vale tanto como el descubrimiento del origen del universo...

- ¿Quieres algo de postre? - Interrumpió Obdulia.

- Eh, un yogur natural, como te decía, has de saber que en nuestro país se desarrollaba una investigación de primera calidad, pero con la llegada de la democracia se perdió la disciplina y probablemente el respeto por el maestro. Porque toda investigación necesita un líder...

- Luis, este sábado es el décimo aniversario de la muerte de papá, le dije a mi hermana que íbamos a la misa de los capuchinos, después podemos picar algo en el Zorelle.

- Tu hermana desde que se divorció solo habla de gatos.

- No seas borde Luis, con la de pasta que nos ha dejado...

- Vale en el Zorelle después de los Capuchinos. Lo que tú quieras Obdulia. Pero antes muerto que darle clase a Melquiades, que me deja la clase hecha un cristo.

- Vete a dormir Luis, que a las 6 viene la niña nueva...

Melquiades se lavó los dientes meticulosamente durante 4 minutos exactos y después tumbó su quijotesco cuerpo sobre la colcha de la cama y comenzó a soñar...

Soñó que volaba en el espacio, que entraba en un agujero negro, que lograba encontrar la fórmula para salir de él en un lugar maravilloso, gracias a una simple dimensión más. Atravesaba con placer infinito un túnel de asteroides y gases de colores, algo así como en Odisea 2001. Soñó que llegaba de nuevo a la facultad, que sus padres lo acompañaban a la puerta como el primer día y su madre sonriente, le besó la mejilla y le dejó una suave esencia de jazmín...soñó que sus fórmulas triunfaban y que Obdulia y él vivían en un piso muy soleado con vistas al puerto...

De repente sonó el timbre del viejo teléfono del pasillo y el profesor mato se despertó sobresaltado.

Obdulia cogió. 

- ¡Luis!¡Es la madre de Melquiades!

- Dile que los lunes a las 7







martes, 8 de septiembre de 2020

A propósito de la soledad

 




Ángela lleva ahora 2 años sola.

Con 19 años se casó, muy enamorada, con Perico.

A los 22 años y 2 hijos, descubrió que Perico era un imbécil.

A los 23 años Perico se fue y no volvió a dar señales ni transferencias bancarias. 


Ángela las pasó canutas, pero con la ayuda de sus padres y una gran voluntad, sacó unas oposiciones para administrativa en el Canal de Isabel II. 


Con 25 años, Ángela era una mujer joven, atractiva y con trabajo fijo. Vivía en un pequeño piso en Lavapiés con Pedrito y Angelita (Que era un demonio).

No quería saber nada de hombres y descubrió que lo que realmente le gustaba, era la danza italiana barroca. 

Ángela se matriculó en los cursos regulares del Instituto Italiano, donde después de trabajar, hacer la comida para sus hijos, llevarlos a actividades y dejarlos cenando con la abuela, asistía a clases de lengua y danza barroca italiana, lo que la llenaba de gran satisfacción y agujetas. 


Con 26 años, Ángela conoció a Ramiro en un café. 


Los primeros 8 meses con Ramiro, fueron maravillosos. Se divertían muchísimo. Los fines de semana iban a karaokes, dónde Ramiro bordaba el "Strangers in the night" y Ángela destripaba con simpatía el "Gibraltareña".

Ramiro se llevaba muy bien con los niños, aunque Angelita, que era la mayor, le decía que le olía el aliento. 


Con 27 años Ángela descubrió que Ramiro era alcohólico y le dio un ultimátum.

Ramiro eligió el Ballantines… 


Ángela se pasó muchos años sin querer tener relaciones intimas con ningún hombre. Era feliz viendo crecer a Pedrito, que tocaba el violonchelo y a Angelita, que tocaba las narices.

A veces iba a las cenas de los compañeros de oficina y nunca correspondió al interés que mostraba por ella Peláez, del departamento de morosos.

Angelita seguía moviendo su cuerpo gentil al ritmo de Vivaldi, Marazzoli o Ugolini, que como todo el mundo sabe compuso "Hodie Christus Nadius Est". 


Los árboles contaminados bajo la ventana de Ángela, vieron pasar muchos inviernos.

Ya no sonaban los Rolling Stones en la radio.

La gente se afanaba en invertir en ladrillo y cada vez se leía menos poesía.

Muchas familias comenzaban con ilusión su proyecto y acababan en tribunales.

Sí, amigos, pasaba el tiempo.

Y nosotros éramos malabaristas, domadores o víctimas... 


Pedrito y Angelita, son ahora mayores.

Pedrito es abogado, de derechas, casado cristianamente y con 2 hijos pequeños y rubios.

Angelita es hippie, vive en una furgo y trabaja de malabarista en un circo. 


Ángela está a punto de cumplir 60 años.

Sus padres han muerto.

Ha viajado varias veces a Italia.

Los jueves va a bailar con música de Ugolini.

Ángela se siente sola. 


Una amiga la convence para hacer un perfil en Tinder.


Ángela tiene miedo, pero comienza a chatear con Hugo, un médico jubilado que parece buena persona. Después de hablar durante semanas con Hugo, descubre que está enamorada de él. A los 6 meses de relación, Ángela se va a vivir al adosado de Hugo. 


A los 60 años, Ángela descubre que Hugo es celoso, manipulador y ludópata. 


Ángela lleva ahora 2 años sola. 

Ángela subió las escaleras del Instituto Italiano y se dirigió hacia la sala de baile.

La gran sala tenía espejos y tarima de pino tea.

Ángela dejó la sudadera sobre un banco y comenzó a bailar. 

Ángela se mira en el espejo y se pregunta si no habrá estado toda la vida sola. 

Con la única compañía de Vivaldi, Marazzoli y Ugolini… 

 

Ah, ch'infelice sempre

Me vuol Dorilla ingrata

Ah semppre iú spietata

Mi stringe à lagrimar

martes, 1 de septiembre de 2020

Todas las ramas del derecho

 



El licenciado Doncel introdujo la llave por última vez en la cerradura.

El cartel de cristal biselado sobre la puerta, todavía lucía unas dignas letras blancas perfiladas en plata sobre fondo negro: 

          "Lcdo. Doncel"

              Abogado

(Todas las ramas del derecho) 

El licenciado sintió por última vez el aroma de la madera húmeda y el papel viejo.

Los legajos y carpetas, ya estaban en su mayoría metidos en las cajas de cartón de Gil Stauffer. 

Maldita cadera, al final tendré que ponerme la jodida prótesis de titanio. 

Doncel se sentó con dolor en el viejo sillón de cuero delante de su mesa de caoba, una mesa que ya había sido de su padre, procurador de los tribunales. 

Nunca me gustó esta mesa. A veces se oye la carcoma. Siempre quise una mesa aséptica y funcional, sin esas horribles flores talladas. Pero Lola nunca me dejó deshacerme de ella. Decía que era como borrar la memoria de mi padre… 

Lola había fallecido unos años atrás, después de un penoso tumor cerebral y coincidiendo con el nacimiento de su único nieto, Martín.

El abogado comenzó a clasificar viejas carpetas, algunas con hongos. Las iba arrojando con desdén en una gran caja de Gil Stauffer.

Una carpeta, más gruesa que las demás, le llamó la atención.

Sobre la descolorida tapa azul, unas palabras: Herencia de la Condesa - Carpeta 1

Doncel se había encargado durante muchos años de determinar el inventario de la masa hereditaria de la todo poderosa Condesa de Ross. Viuda de un prohombre, millonario y afecto al régimen fascista. La condesa de Ross, a veces lo visitaba en su despacho, siempre con sus 2 guardaespaldas custodiando la puerta principal. La Condesa había enviudado muy joven, su marido, el Conde D. Juan Ross le llevaba casi 40 años. Enseguida el picapleitos y ella congeniaron. A la condesa le hacía mucha gracia el humor de cascarrabias del por entonces joven licenciado, que ahora recordaba el día en el que por primera vez la condesa se despidió de él con un suave e incendiario beso en los labios. A partir de ese día tuvieron algunos encuentros furtivos en un pazo con hermosas vistas al mar. Fue la única mujer con la que Doncel engañó a Lola en sus 40 años de matrimonio. Ahora el viejo abogado se sentía mal. Había cuidado a Lola lo mejor que había podido, ya con la cabeza perdida. Lola a veces lo confundía con su propio padre, a veces le cantaba nanas a Doncel pensando que era su bebé. Ella siempre sintió no tener otro hijo más. 

Realmente fui un hijo de puta. Pero ¿Cuál es mi condición humana?

¿Podía resistirme a la esencia absoluta de la lujuria? 

El viejo abogado arrojó la carpeta con violencia en la caja y no pudo impedir que unas lágrimas solitarias resbalaran por los profundos ríos de sus mejillas.

Llamaron a la puerta.

Se incorporó a pesar del dolor, se secó las lágrimas con un kleenex usado, se ajustó la gastada corbata granate y fue a abrir… 

Dos operarios de mudanzas con uniforme impoluto y gorra pidieron permiso para empezar. Comenzaron a transportar cajas y cajas de legajos, tomos encuadernados en granate con letras doradas de Aranzadi, clasificadores de anillas corrompidos. En esas cajas de cartón, también iban sin ningún orden las siguientes carpetas: 

  • El asunto Vilchez: Muy feo asunto. Defendió al hijo de un emporio de restaurantes cuando lo descubrieron en los jardines haciendo una mamada a un culturista. La Ley de Vagos y Maleantes estaba en vigor.
  • El difícil divorcio de su propio hermano, cuya mujer estaba liada hace años con su mejor amigo y compañero de trabajo.
  • El asunto Marinita de la Torre, costurera con una minusvalía, maltratada y humillada públicamente por su marido. Doncel consiguió la nulidad matrimonial por la Iglesia.
  • El asunto Iria Flavia. Un retracto de una compra venta fraudulenta de unos montes de su familia usurpados por unos vecinos sin escrúpulos… 

Doncel se dio cuenta, de que en muchos asuntos no había cobrado minutas. Si acaso había recibido una pluma Montblanc o unas gallinas vivas. Afortunadamente el asunto Ross lo había colmado de billetes. 

Los operarios casi habían acabado de sacar cajas del viejo despacho. Ya comenzaban a desmontar las estanterías de madera carcomidas. 

El licenciado se sintió una estantería. 

Acababa también de renunciar a su puesto en la directiva de la coral "Ecos" con la que había cantado en grandes óperas. Ya sonaban en su cabeza los acordes de "E lucevan le stelle" 

El viejo abogado le dejó las llaves a los operarios y bajó penosamente por las escaleras, que olían a lejía. 

Cojeando comenzó a recorrer la acera. Estaba anocheciendo y la hojarasca de los chopos creaba una elegante alfombra sobre los adoquines. 

Un claxon sonó a su lado. Un Golf Cabrio blanco se detuvo a su altura. Doncel, indolente, abrió la puerta del copiloto y se sentó en el asiento. La conductora era una bella mujer, más joven que él, vestida con un elegante conjunto de Chanel. El abogado le dijo a la mujer: 

Nena, vamos a emborracharnos. 

El Golf Cabrio arrancó con brío dejando tras de sí hojas marchitas bailando extrañas coreografías en el aire, para volver a caer definitivamente.


viernes, 28 de agosto de 2020

La Piscina

 




Hilario era un tipo superficial y cuarentón.

Había trabajado muchos años de ejecutivillo en una multinacional de la moda, pero un día se le complicó un esguince y le dieron la invalidez permanente. El accidente se produjo al meter el pie en una arqueta sin rejilla de la enorme nave industrial de su empresa, por lo que además se llevó una indemnización jugosa y la máxima pensión con la que podría soñar.

Hilario era un tío deportista, pero ahora no podía hacer deporte.

Se compró una gran casa de campo en las afueras de la ciudad, con piscina climatizada, sala de cine, casi una hectárea de terreno, dos canelos y un pollino.

Hilario se había divorciado hacía 2 años, cuando Bety, su mujer, lo descubrió en la mesa de juntas tirándose a Eva Cabrera, jefa de recursos humanos. No consiguió convencer a Bety de que se trataba de un ejercicio de Mindfulness.

Desde su divorcio y hasta su retiro de pensionista, sólo había mantenido algún escarceo con una chica de facturación delgadita y con la robusta madre de un compañero de su hijo (Hilarito estudiaba ahora en un prestigioso internado de Kentucky, dónde a cambio de una pasta gansa volvían los chicos con licenciatura internacional y máster bajo el brazo).

Hilario, ahora estaba empezando a engordar en su finca. Apenas nadaba en la piscina y tenía dificultades para pasear por su leve minusvalía. Sus compañeros de trabajo, hacía tiempo que ya no aparcaban sus Lexus en la finca de Hilario. Si no estás en la empresa, ya no eres nadie.

Comenzó a alternar con algunas chicas que trabajaban en un club cercano a su finca. El proxeneta era su vecino, un buen vecino que a veces lo visitaba para tomar güisqui y hacerse unas rayas. Le presentó a varias dominicanas y a una rumana que a cambio de coca, risas y regalos se acostaban con él y jugaban a ser artistas del porno. Estas chicas, de vidas difíciles, eran lo más parecido a una familia que le quedaba a Hilario, además de su pollino Amancio.

Un día Hilario se encontró muy fatigado. Creyó que era la resaca de bourbon y cocaína.

-       -   ¿Hilario Romero?

-        -  Soy yo doctor.

-          -Voy a hablar claro. Padece usted un cáncer de pulmón de grado 4 con metástasis en el cerebro.

-         -  ¡Cojonudo doctor!

Después de 3 meses de quimioterapia, el cáncer seguía su curso inexorable. Hilario trató de arreglar todos sus asuntos terrenales y estar a bien con su ex mujer, su hijo, que permanecía en USA y su hermano, un picapleitos vividor al que apenas veía.

Afortunadamente, Hilario era superficial, lo que le ayudaba a sufrir menos en sus últimas semanas de vida.

Lentamente se fue convirtiendo en un ermitaño. Solo veía a Lola, la señora de la limpieza que además le cocinaba y al equipo médico que cada mañana lo visitaba y le administraba sueros y medicinas.

Entonces Hilario, decidió quitarse la vida.

Era el fin del verano, bandadas de pájaros sobrevolaban su finca. Ya había regalado sus perros y su pollino a unos vecinos. Como era superficial, no sufrió mucho por deshacerse de esos nobles animales. Unas nubes grises tamizaban la luz del atardecer creando un ambiente vaporoso y amarillo. Olía a hierba recién cortada y una suave brisa acompañó a Hilario cuando con ayuda de una muleta, y arrastrando penosamente el carrito de la bombona de oxígeno, se metió dentro de la estructura abovedada de la piscina y cerró la puerta tras de sí.

La temperatura de la gran estancia era muy agradable e Hilario sudaba por la humedad que generaba la limpia lámina de agua de la piscina. Se sentó en su cómodo sillón relax de piel negra. Fuera empezaba a anochecer e Hilario encendió con el mando a distancia las luces de colores sumergidas. Aunque Hilario era superficial, controlaba algo de música clásica y comenzó a sonar en el equipo una suite de violonchelo de Bach.

Hilario cargó de munición su vieja Beretta del 38.

Fotogramas caprichosos de su vida pasaron delante de sus ojos: Con ocho años sus bronquitis, y como su madre lo acompañaba toda la noche dándole el aire y el cariño que lo sanaban…de jovencito, cuando paró aquel penalty decisivo para su equipo de cadetes, a pesar de que el balón lleno de barro, le rompió el cúbito y el radio. Los inviernos eternos de lluvia, las clases aburridas e interminables de matemáticas, los cubatas, Idoia su primera novia que cortó con él porque no sabía besar ¡No sabía besar! Cómo le gustaría ahora volver a abrazar a Idoia y enseñarle todo lo que había aprendido…Hilarito, estará bien, sale con una chica americana y probablemente se quede allí. Me equivoqué al casarme con Bety, debí seguir con Amanda, pero Bety era de mejor familia ¿Pero quien sabe? Me gustaría que tiraran mis cenizas al fondo del mar, pero está prohibido ¡Hijos de puta! Como me gusta Bach, no soy muy espiritual, pero igual Bach es algo parecido a un Dios…

Hilario apuntó su pistola hacia su sien derecha…

Cuando iba a apretar el gatillo, Hilario observó que había un violonchelista vestido de frac negro al otro lado de la piscina, mirándolo fijamente. Hilario bajó la pistola y apagó la música. Entonces el violonchelista comenzó a interpretar con su bello instrumento la Suite nº1 de Bach.

El agua de la piscina comenzó a bullir, al principio eran solo unas burbujas juguetonas, pero al final parecía un gran jacuzzi desbocado. Las aguas se tiñeron de rojo intenso. El eco del violonchelo transformaba el sonido en el de muchos violonchelos. Las luces ahora se volvieron estroboscópicas y de colores imposibles. Hilario soltó la pistola y se quitó el oxígeno, parecía que se encontraba mejor, que comenzaba a respirar como cuando su madre lo sanaba de pequeño. Súbitamente, una gran plataforma emergió en el centro de la piscina y sobre ella un lujoso despacho de dirección con su mesa, sillas de confidente y sentado en el sillón de dirección, el gran jefe y consejero-delegado de su empresa, al que solo había saludado una vez en un besamanos. El gran jefe se levantó de su silla y le dijo con voz grave:

-         -   Hilario, gracias por los servicios prestados. Puede proceder.

Entonces Hilario, que era superficial, se suicidó.


jueves, 27 de agosto de 2020

Hydra

 



Nunca vi tanta gente junta como en Estambul. A ciertas horas, grandes serpientes de hombres cruzaban el Puente de Gálata para atravesar el Cuerno de Oro. El Mar Bósforo escuchaba la última llamada a la oración de la Mezquita Yuni. Nunca supe dónde se escondían las mujeres en Estambul. Supongo que trabajando en oficinas y trastiendas, ocupándose además de los hijos y las casas. Limpiabotas con sus utensilios de latón, vendedores de Simit empujando sus carritos llenos de roscas, riadas de hombres de ropas oscuras que vuelven a sus humildes hogares entre los exóticos aromas del Mercado de las Especias que comienza a apagar sus luces, para dejar paso a la noche.

Ana y Carlo, llevaban tres días en el barrio de sultanahmet visitando las más bellas mezquitas y monumentos.

Ana y Carlo se habían conocido hacía pocas semanas en España por una web de citas. Habían chateado, hablado por teléfono y se deslumbraron al conocerse en un restaurante hípster entre empanadillas desestructuradas y vinos de autor. Al poco tiempo decidieron emprender este maravilloso viaje de 10 días a Estambul.

A los tres días de maravilloso viaje, descubrieron que les sobraban siete.

Ana comenzó a llorar cada vez con más frecuencia, Carlo a beber cada vez más cerveza.

El frío de febrero, la llovizna intensa y las manadas de perros callejeros por las viejas calles turcas, no parecían el mejor entorno para remontar un historia de amor que en pocas semanas pasó del éxtasis al desencanto.

Ana y Carlo hoy se habían quedado encerrados en las Cisternas Basílica, unos subterráneos sobrecogedores y enormes llenos de agua, columnas y dos cabezas invertidas de Medusa, para impedir que la profecía se cumpla y neutralizar el mortífero poder de su mirada…

A Carlo y a Ana ni les importó que los turistas y los vigilantes hubiesen desaparecido hace tiempo. Ni siquiera que solo quedasen encendidas las luces de emergencia, transformando las cisternas en una gran cueva, aún más fantasmal, con esas extrañas formas blancas que se movían bajo la superficie, ese olor a moho eterno y el sonido de gotas caídas en el agua desde estalactitas imposibles.

Carlo trataba de abrazar a Ana, mientras caminaban lentamente por los pasadizos, atravesando la húmeda penumbra. Ana había comprendido, hacía exactamente 45 horas, que Carlo no la quería. Ella era más joven, 40 años bien llevados, sin hijos, licenciada y funcionaria. Él había cumplido los 50 hace mucho, empresario con sus más y sus menos. Divorciado, dos hijos, varios pleitos y un viejo Mercedes.

Carlo era simpático, Ana sensible, ecologista y animalista.

Al principio las citas en la casita de Carlo fueron muy sensuales y divertidas. La simpatía de Carlo se fue apagando en cuanto soltó todo su repertorio de chistes y habilidades comerciales. Ana creía que Carlo era más culto, pero es que él le sacaba mucho partido a los dos libros y tres películas que recordaba. Las primeras veces en la cama, Ana se sorprendió de que un señor de cincuenta y muchos estuviese en tan buena forma, pero el señor poco a poco se desmotivó. En eso, cogieron un avión a Estambul, pensando en aprehender su propia pasión turca. Craso error.

La humedad penetraba poco a poco en los huesos de Ana, a pesar de su plumífero negro. Ambos caminaban sin rumbo, sin apenas hablar, por las resbaladizas maderas sobre el agua, dónde unos extraños peces blancos y ciegos, parecían extrañamente activos. Era el final. El fracaso de otra relación más. El desencanto, otra vez. La esperanza de un amor duradero, ahogada en la cisterna más grande de Estambul.

De repente escucharon unas pisadas rápidas a lo lejos. Los leves destellos del agua en las columnas apenas iluminaban unos metros. No podían ver quien se acercaba. Se asustaron. Corrieron a esconderse tras la base de unas columnas azules y espectrales. Las pisadas se acercaban. Gritos. Carlo y Ana se abrazaron por primera vez. Los gritos se acercaban. Los gritos se convirtieron en risas. Podían ser policías turcos, algunos con fama de corruptos y violentos. Se dirigían hacia ellos. El expreso de medianoche. Ambos pensaron en terminar el invierno en una cruel cárcel turca. Decidieron salir de su escondite y entregarse.

-          ¡Sorry, sorry! ¡No problem! – Gritó Carlo alzando los brazos. Ana también los alzó para que se viese que no llevaban armas.

Las dos figuras oscuras corrían hacia ellos gritando, estaban muy cerca. El eco de las cisternas amplificada el extraño sonido. Ana cerró los ojos…

Cuando parecía que los desconocidos iban a chocar con ellos, pasaron a través de Carlo y Ana. Y cuando digo a través, no es entre el espacio de la pareja. No. Los atravesaron físicamente y siguieron corriendo hasta detenerse delante de la cabeza invertida de Medusa.

Carlo y Ana, paralizados en el sitio, los siguieron con la vista.

Dos figuras humanas.

Los extraños ahora jugaban, se perseguían, reían y se abrazaban.

Parecían una pareja que se había quedado a propósito encerrada en las cisternas disfrutando de cada momento como si fuese el último de sus vidas.

Los extraños, eran también Carlo y Ana...


miércoles, 26 de agosto de 2020

Casta Diva

 





La cantante de ópera caminaba descalza por el monte, vestida con una túnica de raso marfil.

Se encontró con un paisano y le preguntó:

 - ¿Voy bien para Roma?

El hombre, enjuto y ennegrecido por el Sol, bajó la azada de su hombro y se apoyó sobre ella.

 - Bien, bien no va, más que nada porque deben quedar 500 kilómetros.

La cantante de ópera siguió caminando hacia ninguna parte con la mirada perdida y el paisano permaneció impasible, se quitó la boina y comenzó a abanicarse con ella.

Anochecía, el camino se interrumpía a veces por grandes rocas o tramos pantanosos. Pero la cantante seguía con sus ojos abiertos mirando al futuro imposible.

Casta Diva, che inargenti
Queste sacre antiche piante
A noi volgi il bel sembiante
Senza nube e senza vel


No era la primera vez que protagonizaba Norma. Pero no estaba dispuesta a soportar que el director de escena la visitase todas las noches en la suite de su hotel de Milán para darle indicaciones. Ese italiano colérico era sencillamente insoportable y siempre le decía que estaba demasiado gorda y la animaba a tomar anfetaminas.

La cantante de ópera acababa de dar la espantada a todo el elenco de la Compañía. Faltaba una hora para la función y los productores ya habían avisado a los Carabinieri que peinaban los alrededores de La Scala. Los regidores, los eléctricos y los maquinistas, habían montado su propia búsqueda en los lugares habituales de la diva: La tetería Dolce far niente, el Parque Sempione y todos los rincones donde ella descansaba en la temporada de ensayos.

El público engalanado comenzaba a acumularse en la puerta de La Scala. El alcalde y su mujer, estrellas del rock, Silvio Berlusconi acompañado de una joven operada que al menos tenía 55 años menos que él y muchas otras celebridades permanecían congeladas, ávidas de escuchar a la cantante en su mejor momento y de paso lucir sus diseños y relanzar sus negocios ruinosos.

Fine al rito, e il sacro bosco
Sia disgombro dai profani
Quando il Nume irato e fosco
Chiegga il sangue dei Romani


La diva continuó caminando en la oscuridad. El aroma de la noche lo inundó todo.

Estaba indignada. Los productores la obligaron a promocionar el evento en televisiones y radios de todo el país, pero lo que la sacaba de sus casillas, era tener que alternar con los patrocinadores. Tantos años estudiando música con los mejores maestros del mundo, master class, miles de horas de espera para audiciones, para acabar cenando fetuccini en la mansión del CEO de la FIAT. Por no hablar del acoso continuo de directores y productores. ¡Se acabó! Nunca más más pasaré por eso. ¡Lo juro por las barbas de Verdi!

Suavemente, a lo lejos, comenzó a sonar una orquesta interpretando una melodía muy agradable que no conseguía reconocer. Cambió su rumbo y dirigió sus pies ensangrentados hacia el lugar de procedencia de ese mágico sonido. Un resplandor a lo lejos, entre los árboles. Sonidos de voces humanas y risas. Explosiones. Fuego en el cielo que apenas se veía entre las copas de los árboles. La cantante corrió hacia la música con todas sus fuerzas. La túnica marfil hecha jirones. El aire le quemaba los pulmones. Con un esfuerzo agónico consiguió salir de la maleza. Alguien la agarró y después, entre varios, la arrastraron en volandas hacia un camerino.

 - ¡Pero mira como vienes!

 - ¡Le ha vuelto a dar el jamacuco!

 - Loli, maquíllala y que no se noten las heridas

 - Ayúdadla a vestirse

 - ¡Te llevamos buscando horas y horas!

 - La orquesta ya empezó hace un buen rato para que el público no la líe.

La gran cantante vestía ahora ropas brillantes y joyas. El corrector había tapado todos los rasguños de su cara, ahora maquillada con profesionalidad con base, colorete, sombra, perfiladores, barras y escarcha. La diva resplandecía con una extraña belleza. Entre las cajas del escenario, acompañada por sus asistentes, se disponía a salir a escena. Una voz sonó por la megafonía

Distinguido público, les pedimos un fuerte aplauso para la gran cantante ¡Carmen Cubaner!

La gran cantante salió al escenario del tráiler, agarró el micrófono y comenzó a hacer lo que mejor sabía…

Ay, caramba, ay caramba

Que si tu me persigues

No te beso la bamba


Los viejos de la verbena, siguieron bebiendo vermú apoyados en la sucia barra del bochinche, como si no hubiera pasado nada.

No sabían que una gran estrella brillaba en sus narices…

Ay, caramba, ay caramba...

Que si tu me persigues 

No te beso la bamba

martes, 25 de agosto de 2020

Poesía para nadie

 


Cuándo el gran escritor comenzó a escribir de nuevo, observó que la mesa y el ordenador tenían una ligera capa de polvo. Se levantó, empapó una bayeta de microfibra con agua y limpiador PH Neutro de Mercadona y volvió a su despacho a luchar heroicamente contra el polvo. Con sumo cuidado de no electrocutarse, acarició el PC sensualmente hasta no dejar ni una mota. Volvió a la cocina, escurrió la bayeta verde bajo el grifo y la colgó en el tendal. 

Voy a escribir un gran poema de resistencia y amor en tiempos de pandemia. Ya tengo el título: "Poesía para nadie" 

Al comenzar a teclear el título en su vieja computadora, observó que los objetos de la mesa no estaban convenientemente alineados. Entonces colocó el bolígrafo sobre el dietario de 1992, las gafas, alineadas con el dietario, el teléfono centrado con las gafas y movió la lámpara led, cuya base era un triángulo equilátero para que dos vértices coincidieran con el lado posterior de la mesa. 

Ahora he creado el ambiente perfecto para comenzar mi gran obra poética. Esto le gustará mucho a Lulú, que hace mucho tiempo que no me hace puto caso… 

Lulú no le hacía puto caso al gran escritor, porque ahora salía con un culturista petulante. Pero todo el mundo sabe que el desamor y la traición son perfectos para la lírica inmortal. Las palabras comenzaron a aparecer en la pantalla del portátil: 


POESÍA PARA NADIE

Te difuminaste una tarde lluviosa

 entre el vapor de nuestras lágrimas

mis sábanas me preguntan si volverás

o esta poesía ya para nadie nunca será…

 

El zumbador de la puerta sonó fuerte y estridente.

El gran escritor se levantó contrariado y se dirigió a abrir la puerta, no sin antes alinear cuidadosamente su sillón de dirección con el lado anterior de la mesa.

En la puerta apareció un fontanero gordo de sucio buzo azul.

- Vengo a buscar una fuga en las bajantes de fecales…

- Debe ser un error…

Antes de que el gran escritor se diese cuenta, el fontanero avanzó hacia el baño (Los fontaneros siempre saben dónde está el baño) dejando tras de sí un fuerte olor a sudor y brea.

El gran escritor contempló con horror como las botas de trabajo del plomista dejaban su silueta de color marrón en el brillante parquet. Corrió a por la fregona y llenó un cubo con agua y limpiador neutro de Mercadona.

Unos martillazos comenzaron a sonar en el suelo de su baño. El gran escritor soltó la fregona horrorizado y corrió hacia el baño. Al llegar una nube de polvo y el estruendo del mazo en el mármol, casi le provocan un ictus. 

- ¿Cómo se atreve a picar en mi baño?

- Tranquilo - Respondió el fontanero - corre de cuenta de la comunidad.

- ¡Pero yo no quiero que me rompa el baño! ¡Me está llenando todo de polvo!

- Si quiere le dejo todo así y me voy - Dijo una sombra fantasmal y gorda entre el polvo.

-¡Pero yo soy un gran escritor! ¡Un poeta! ¡Así no hay Dios que escriba!

- Tranquilo, corre de cuenta de la comunidad

 

El fontanero gordo siguió picando toda la tarde.

En esto llamaron de nuevo a la puerta de la calle. El gran escritor fue a abrir.

Un fontanero desgarbado y flaco con una colilla apagada en la comisura de los labios, apareció en la puerta.

- ¿Está aquí mi compañero? - Los martillazos seguían sonando como obuses.

-¿Usted que cree?

- Pues dígale que la fuga estaba en el piso de abajo.

El fontanero desgarbado y flaco se dio la vuelta y se fue.

El fontanero gordo y sucio, recogió su material y se fue.

La casa del gran escritor quedó llena de cascotes, polvo y huellas de dinosaurios.

El desasosiego cabalgaba alegre por todo el inmueble.

El gran escritor estuvo hasta altas horas de la madrugada fregando la casa y alineando todos los objetos del mundo con precisión.

Ya amanecía cuando se sentó en su escritorio, borró sus cuatro versos y comenzó de nuevo a escribir su obra lírica más inmortal.

 

POESÍA PARA NADIE

Te fuiste con un culturista petulante

pero no me importa, vaya por delante

porque en la inmensidad del universo

polvo somos y del más perverso