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martes, 3 de noviembre de 2020

La última fiesta de Sr. Baker

 




Las luminarias de sodio arrojaban algo de luz sobre las cansadas losas de Royal Street. Una fina cortina de lluvia creaba el vapor fantasmal que nacía en la calzada. El Sr. Baker volvía de la fiesta de empresa borracho y extenuado. Oyó unos pasos inquietantes tras de sí. Se volvió y no vio nada. Apuró el camino hacia los taxis. Las pisadas de nuevo le perseguían. Se giró y alcanzó a ver una sombra fugaz que se diluyó en la vidriera de un escaparate. El Sr. Baker era un contable cobardón. Comenzó a correr hacia Comodoro Street, donde sin duda habría un taxi salvador. Corría fatigado, maldiciendo los diez Winstons y los cinco Ballantines que había liquidado esa noche mientras intentaba convencer a la Srta. Johansson de Facturación para que lo acompañase a un hotel (A pesar de que Baker llevaba 20 años casado con la encantadora Rose, su novia de toda la vida). A lo lejos atisbó la luz verde de un taxi libre en la parada. Los pasos ahora le perseguían junto a una respiración animal. A pesar de que el Sr. Baker corría más que nunca hacia ella, la luz verde se alejaba más y más. De joven había sido un buen atleta, pero se había dejado y lucía barriga cervecera, pulmones negros y calvicie. Se detuvo en seco. Una figura pequeña y oscura le cortó el paso. Baker no podía ver el rostro de ese ser porque estaba cubierto por una lacia melena negra. Baker supo que era el Diablo.

- ¿Charles Baker?

- Sí

- Acompáñeme...

El ser oscuro comenzó a caminar, casi a volar, hacia un callejón sin apenas luz. Baker lo siguió de forma hipnótica. El callejón daba cobijo a negocios ruinosos que Baker creía desaparecidos hace tiempo: Un anticuario precario, una vieja tienda de partituras extrañas, una pequeña frutería llena de espejos...

El ser empujó una puerta de madera que lucía una aldaba dorada con forma de mano. La mano le indicó a Baker que entrase. Olía a madera húmeda, orines y lejía. Una mortecina bombilla alumbraba el cañón de las escaleras. Ambos subieron por los irregulares escalones de pino gastado. Un descansillo, una puerta entreabierta, el ser oscuro entró. Baker supo que sería la última puerta que iba a cruzar. Extrañamente no estaba aterrorizado. Baker siempre había sido algo ermitaño, solo salía con sus compañeros de trabajo un día al año, apenas tenía relación con su madre y hermanos y la vida con Rose era correcta y rutinaria. El resto, nada. A pesar de no tener mucho que perder, Baker se quedó inmóvil sin traspasar la puerta. Un largo brazo apareció y una mano sarmentosa lo agarró por el pecho y le quemó el corazón. Baker fue arrastrado a un lugar oscuro y terrible donde las almas permanecían prisioneras del dolor absoluto y eterno. Baker comenzó a sentir afilados cuchillos penetrando en su carne, fuego abrasando sus ojos, gritos agónicos, olores nauseabundos...

- ¡Baker, Baker! Me estás aplastando una teta, despierta.

La Srta. Johansson consiguió zafarse del peso muerto de Baker.

- Joder Baker, si lo llego a saber no vengo. Me traes a un hotel de mierda y te quedas dormido encima de mí. ¡Hay que saber beber Baker! Y no se te ocurra contarle esto a nadie, que si no, yo se lo cuento a Rose y tienes más que perder que yo, que soy libre como el viento.

La Srta. Johansson se levantó y comenzó a vestirse. Era una mujer exuberante algo fondona, de rasgos dulces y bonita melena rubia. Entró en el bañó, usó el bidé, se peinó y salió.

- ¡Baker, Baker! Despierta que son las 6 y entramos en un rato a trabajar.

Baker seguía inmóvil en la cama. La Srta. Johansson se asustó. Había oído hablar de infartos letales en hombres maduros que vivían aventuras furtivas. No le gustaría acabar la madrugada en una comisaría explicándole a Rose lo que había ocurrido.

- ¡Baker, joder!

El Sr. Baker comenzó a moverse bajo las sábanas resacoso y somnoliento. 

El Sr. Baker dijo con voz de ultratumba:

- Ponme un Ballantines con mucho, mucho hielo...






lunes, 5 de octubre de 2020

Zanetti Brothers





La carpa rayada del Circo Universal había albergado ya mejores espectáculos. La caravana ahora se componía de cuatro viejas cabezas tractoras Mercedes- Benz que arrastraban semirremolques con estrellas evanescentes sobre fondo rojo apagado. Unas pocas rulottes desvencijadas conformaban el resto de la ciudad circense. En la entrada del recinto un cartel en arco rodeado de bombillas, algunas fundidas, mostraba las letras de "Gran Circo Universal". Olía a orines y a serrín.

Tatín Zanetti, el viejo payaso, llegó de tomarse unas copas en la ciudad con el tiempo justo para la función. Era un hombre de complexión fuerte, ahora fondón, que en su juventud había sido acróbata. En el circo se decía que no podías ser un buen payaso hasta los 45 años. Tatín había pasado los 45 hacía muchos años y seguía sin ser un buen payaso. A veces tenía una función buena, pero normalmente solo aspiraba a cumplir e irse a dormir la mona a su litera. Llegó arrastrando los pies, vestido con una americana de pana raída, pantalón de loneta gris y una gorra que le había regalado un estibador londinense en una noche de curda. Subió cansino a su rulotte y comenzó a maquillarse ante el viejo espejo. Sobre el aparador cajas con restos de maquillaje, ceniceros repletos de colillas y vasos sucios.

- ¡Tatín cabrón invita a un purito!

Popito Zanetti entró en la rulotte y se sentó en una silla de tijera al lado de Tatín. Llevaba una botella mediada de güisqui barato y ya estaba vestido con su larga camiseta roja, su pantalón ancho con parches de colores y sus grandes zapatones. Era enjuto y nervioso.

- Si te invito a un purito tu me invitas a un güisquito, Popito - Dijo Tatín

Ambos rieron y se intercambiaron güisqui y puritos. Comenzaron a beber y a fumar mientras se maquillaban. Fuera comenzaban a oírse las voces nerviosas de niños y padres llegando al circo. Popito miró por la ventana y dijo:

- Tatín, hoy no sacamos ni para la cena.

- Calla y sirve otro guisqui Popito.

Popito sirvió más güisqui en los sucios vasos reciclados.

Tatín y Popito llevaban 15 años trabajando juntos bajo la carpa del Universal, aunque en la pista se decían hermanos, ni lo eran ni se parecían en nada. Podrían ser los alter ego de "El Gordo y El Flaco".

- Estoy jodido Tatin.

- ¿Qué te pasa Popito? - Dijo Tatin con desgana.

- Sospecho que mi Loly se entiende con el lanzador de cuchillos.

- Pues ¡Menuda puñalada trapera!

- ¡No te rías Tatín! No le veo la gracia.

- Anda Popito, aún nos da tiempo a tomar otro antes de la función.

Popito vació la botella en ambos vasos. 

El regidor, un enano de mal carácter, abrió la puerta y berreó desagradable:

- ¡Payasos a pista en 5 minutos, en 5 minutos payasos a pista! Cerró la puerta y se fue.

Tatín y Popito comenzaron a maquillarse, beber y fumar más rápido.

- Tatín ¿Cómo sigue tu hija? - Preguntó Popito.

Tatín permaneció mudo unos segundos hasta que dijo de mala gana:

- Mi hija muy bien. Está con la metadona.

- ¿Por qué se drogará la juventud? - Dijo Popito mientras apuraba su tercer güisqui.

- ¿Qué quieres que te diga Tatín? Yo ni si quiera conozco el origen del universo ni a dónde vamos después de muertos...

- Popito, después de muertos vamos a...Pompas Fúnebres ¿No lo sabías?

- Pero que tonto es este tío - Masculló entre dientes Tatín.

- ¿Qué dijiste Popito?

- Nada, que el güisqui no está frío - Tatin apuró el último trago.

La puerta se volvió a abrir, el enano regidor gritó:

- ¡Payasos a pista! ¡Payasos a pista!

Tatín y Popito, a mil por hora, dieron las últimas caladas a sus puros, se pusieron su americana estridente (Popito) y su extravagante levita militar (Tatín), su sombrero de copa (Popito) y su bombín (Tatín), cogieron sus cubos llenos de confetti que parecían rebosantes de agua, salieron corriendo hacia el hall de la pista. Se situaron tras las raídas cortinas plateadas.

- ¡Señoras y señores, queridos niños, con ustedes los payasos más divertidos del mundo, un fuerte aplauso para los magníficos Zanetti Brothers!

Tatin y Popito se agarraron de la mano.

Los mozos de pista les abrieron las cortinas.

Ambos avanzaron con sus grandes zapatones cantando

- Lalalalalalalala....

Corrieron hacia el público y arrojaron el contenido de sus cubos sobre los espectadores.

Una gran carcajada estalló sobre la vieja carpa del Gran Circo Universal.


(Definitivamente, el universo quizás haya sido creado por un payaso...)










miércoles, 23 de septiembre de 2020

DOCTOR THÁNATOS, SUPONGO (Mini-espectáculo sobre la eutanasia para dos actores y un público inteligente)


 


(Un espacio con el público sentado alrededor. En el centro, una mesa camilla llena de medicamentos, un candelabro con velas encendidas y un equipo de sonido en el que suena el Coro Místico de Mahler. A la derecha de la mesa una silla de ruedas en la que se sienta Manolo Malpaso, enfrente, al otro lado de la mesa, una silla vacía. Manolo está vestido con un camisón de hospital, lleva una mascarilla para evitar infecciones, se encuentra débil y tose de vez en cuándo. Suena un timbre)

MANOLO: (Con dificultad) La puerta está abierta, doctor...

(Aparece entre el público el Doctor Thanatos, porta un maletín de cuero y viste con un abrigo oscuro y un sombrero. Manolo apaga la música con dificultad)

DOCTOR: ¿Es usted el señor Malpaso?

MANOLO: Soy los restos del señor Malpaso...y usted es el Doctor Thánatos, supongo

DOCTOR: Thanatos, Thanatos, no Thánatos, Thanatos

MANOLO: Me han hablado muy bien de usted. ¿Quiere dejar su abrigo? (Señala el perchero) Disculpe que no me levante, Doctor Thánatos...

DOCTOR: ¡Thanatos! ¡Thanatos!   (Se saca el abrigo lentamente y lo deja en el colgador, al igual que el sombrero) ¿Tiene los informes?

MANOLO: Claro, claro, los informes...están en ese sobre (Señala un gran sobre que está en la mesa. El doctor se sienta y comienza a leerlos con interés) Doctor ¿Cree que podrá ayudarm...?

DOCTOR: (Lo interrumpe) ¡Shhh! (Continúa leyendo)

MANOLO: No hace falta que diga en voz alta lo jodido que estoy (Pausa) Aunque ya veo que no es usted un charlatán...

DOCTOR: (Deja de leer y se levanta. Abre el maletín y saca un estetoscopia) Ahora voy a reconocerlo.

MANOLO: Ah, pero ¿No me reconoce? ¡Soy Manolo Malpaso! (Comienza a reírse pero la carcajada se convierte en una tos terrible) Disculpe, doctor...

DOCTOR: (Mientras lo ausculta) ¿Hace mucho que no ingiere alimentos?

MANOLO: Llevo varios meses a base de esa comida asquerosa que me meten por una arteria...desde luego no creo que al laboratorio que la fabrica esa papilla le den una estrella Michelín...

DOCTOR: ¿Duerme por las noches?

MANOLO: Ni por las noches ni por el día, me meto cuatro pastillas distintas y me enchufo la mascarilla de oxígeno y lo único que consigo es un colocón de los malos, como si me hubiese bebido una botella de Anís El Mono...

DOCTOR: ¿Cuándo empezó a deteriorarse su calidad de vida?

MANOLO: La verdad es que antes de la enfermedad mi calidad de vida ya estaba bastante deteriorada: Soy agente de seguros (Al ver que el doctor no se ríe se pone serio). Hace cinco años que estoy encerrado en este búnker.

DOCTOR: (Deja de auscultarlo y guarda el estetoscopio en el maletín) Como usted ya sabrá, tiene un tumor de grado cuatro con metástasis generalizada. Su esperanza de vida en el mejor de los casos es de unos dos meses...después sufrirá terribles dolores, asfixia, convulsiones y no podrá controlar sus esfínteres...

MANOLO: Con lo bien que estaba usted calladito, hombre...las personas que me hablaron de usted, me dijeron que puede solucionar cualquier enfermedad ¿Que me recomienda?

DOCTOR: (Piensa unos instantes) ¡Cianuro!

MANOLO: (Enciende la música de nuevo y suena un paisaje terrible, está como en trance. Ambos miran al público en pose. La música se detiene) ¡Gracias doctor Thánatos!

DOCTOR: ¡Thanatos!

MANOLO: ¡Es usted un genio! (Se levanta con dificultad pero vuelve a sentarse)

DOCTOR: Pero antes...

MANOLO: ¿Pero antes?

DOCTOR: Antes...

MANOLO: ¿Pero antes? Ahhh, claro, lo había olvidado...encontrará el dinero debajo del equipo de música. Mil dólares ¿No? (El doctor coge el dinero, lo cuenta y lo introduce en el maletín) Imagino que no será fácil reclamarle el dinero a sus clientes...

DOCTOR: No sabe usted lo difícil que es arrancarle la cartera a un cadáver...¿Comenzamos? (Se levanta y saca del maletín una gran jeringuilla llena con un líquido azul con una larga aguja)

MANOLO: Cuando usted quiera...yo ya he arreglado todo, el seguro de decesos, el entierro. Soy divorciado, no tengo familia y el perro se lo he regalado a la portera. En realidad, era un chucho asqueroso, pero a mi última novia le excitaba hacer el amor mientras el perro comía croquetas...

DOCTOR: ¡Por Dios! ¡Que perversión! (Se dispone a clavarle la aguja en el brazo)

MANOLO: (Preocupado) No se preocupe, hace tiempo que en esta casa...no comemos croquetas. Oiga ¿No me dejará un hematoma en el brazo, no?

DOCTOR: El hematoma se le pasará en unos...

MANOLO: (Riéndose) ¡Ha picado doctor! Siga, siga...

DOCTOR: ¿Quiere usted rezar algo antes de...?

MANOLO: Para ir al cielo tendría que rezar tres años seguidos...no, gracias

DOCTOR: No se imagina usted la de cosas raras que hacen mis pacientes antes de morir...

MANOLO: ¿Sí? Cuente, cuente...

DOCTOR: A los socialistas les gusta que les inyecte el veneno en el brazo izquierdo...

MANOLO: A mí mejor en el derecho...

DOCTOR: Los millonarios antes de morir siempre me piden descuento y algunas mujeres en vez de inyecciones prefieren el veneno en bombones belgas y... (Mira a Manolo) Nada tan raro como lo del perro y las croquetas...

MANOLO: En esa chica, eso era lo más normal...

DOCTOR: Señor Malpaso, le voy a inyectar un suero de mi invención, a base de cianuro y otras sustancias secretas que no le puedo revelar...

MANOLO: A mí si me lo puede decir, no se va a enterar ni Dios...

DOCTOR: (Mientras se dispone a inyectarle) Este líquido le dará una muerte dulce y serena. Una sola gota inyectada le proporcionará una sensación agradabilísima que durará tres minutos...

MANOLO: ¡Estoy deseándolo! ¡Adelante Thánatos!

DOCTOR: ¿A que no lo mato?

MANOLO: Thanatos, Thanatos...

DOCTOR: (Sádico, se dispone a inyectarle la sustancia en el brazo) Después de esos minutos placenteros sus pulmones se colapsarán, su corazón estallará y una vena de su cerebro se romperá...

MANOLO: (Ambos forcejean agarrando la jeringuilla) ¡No! ¡Yo quiero vivir!

(Se detiene la acción unos segundos. Ambos se dirigen al público como actores)

ACTOR 1: Estimado público. La eutanasia es un tema muy delicado y necesitamos conocer su opinión sobre el particular para continuar el espectáculo.

ACTOR 2: Efectivamente, tenemos muchos finales preparados...

ACTOR 1: Dos

ACTOR 2: Y ustedes deben decidir si el Doctor Thánatos...

ACTOR 1: Thanatos

ACTOR 2: Le debe aplicar la eutanasia activa a Manolo Malpaso.

ACTOR 1: Sin más preámbulos le vamos a consultar su opinión a esta joven (Se dirige a una espectadora) ¿Cree usted que el Doctor Thanatos le debe inyectar el veneno  al Señor Malpaso?

(1) ESPECTADORA: Sí

ACTOR 2: ¿Por qué?

(1) ESPECTADORA: (1) Porque todo el mundo tiene derecho a decidir...(2) Porque está muy mal y no vale la pena vivir

(1) (2) ACTOR 1: Pero el señor Malpaso está bajo la influencia de los medicamentos y ahora a última hora dijo que quería vivir...no creo que tenga su cabeza en la mejor disposición para decidir...

(3) ESPECTADORA: No. Porque nadie puede decidir quien vive y quien muere.

(3) ACTOR 2: ¿Entonces el señor Malpaso debe continuar con su agonía, alimentación por la arteria, dolor, insomnio, convulsiones y descontrol de esfínteres hasta que le reviente una vena en la cabeza? (A un espectador) ¿Usted cree que el Doctor Thanatos debe inyectarle el veneno al Señor Malpaso?

(4) ESPECTADOR: Sí, porque es preferible morir en paz a pasar esa agonía...

(4) ACTOR 1: Tampoco debía estar tan mal, cuándo hacía poco todavía follaba con su novia, mientras el perro comía croquetas...

(5) ESPECTADOR: No, porque es un delito y nadie tiene derecho...

(5) ACTOR 1: ¿Entonces cree que el señor Malpaso debe continuar con su agonía en una casa dónde hace mucho que nadie come croquetas?

ACTOR 2: Señoras y señores ustedes van a decidir si Manolo Malpaso va a morir a manos del Doctor Thanatos.

ACTOR 1: Y para ello vamos a realizar una votación a mano alzada ¿Quién no quiere que el Doctor le practique la eutanasia a Manolo Malpaso?

ACTOR 2: ¿Quién quiere que el Doctor le practique la eutanasia a Manolo?

ACTOR 1: Vamos a continuar el espectáculo de acuerdo con sus deseos, y para ello les vamos a pedir que cierren los ojos hasta que oigan a los personajes hablar de nuevo.

ACTOR 2: ¡Cierren los ojos!

DOCTOR: (Sádico, a punto de inyectarle) Después de esos minutos placenteros sus pulmones se colapsarán, su corazón estallará y una vena de su cerebro se romperá...

MANOLO: (Forcejea con él para intentar detenerlo) ¡No! ¡Yo quiero vivir!

DOCTOR: (Se pincha fortuitamente con la aguja) ¡Me cago en tu puta madre! ¡Me he pinchado con la aguja!

MANOLO: Imagino que tendrá algún antídoto...

DOCTOR: (Horrorizado) No hay antídoto...(Se sienta)

MANOLO: (Va a consolarlo) A todos nos llega el día...

DOCTOR: (Placenteramente) Pero hoy te tocaba a ti, Manolo Malpaso, cabrón...que bien me encuentro...

MANOLO: No sabe como lo siento ¿Quiere una aspirina o algo?

DOCTOR: (Amable y sonriente) Mis abogados te van a dejar en pelotas (Cariñoso) Hijo de perra...

MANOLO: Me deja usted preocupado...

DOCTOR: Ironías de la vida...he ayudado a morir a más de 100 personas, para evitarles un sufrimiento innecesario...y ahora voy a morir en casa de un desahuciado, sólo como un perro...

MANOLO: ¿Le traigo unas croquetas?

DOCTOR: La luz, la luz, ya veo la luz...

(Se apaga la luz y sólo queda un foco que alumbra frontalmente la mesa. El Doctor se levanta y camina a cámara lenta hacia el proscenio. Manolo se sube a la mesa y abre los brazos en cruz como si fuese Dios. Suena música celestial )

DOCTOR: Señor, señor, se presenta humildemente ante usted el Doctor Thanatos (Se arrodilla) Siempre he intentado hacer el bien, ayudar a los demás, curar a los enfermos...

DIOS: (Subido a la mesa, habla como un yonky de Montealto)  Muy bien hijo, muy bien...

DOCTOR: También me dediqué a ayudar a morir dignamente a los enfermos terminales...

DIOS: Chachi, hijo, chachi...

DOCTOR: Es cierto que les cobraba grandes cantidades de dinero, que no les daba factura, que no pagaba impuestos...pero lo hacía por ellos

DIOS: De puta madre, hijo...

DOCTOR: (Encendiéndose) Señor, confieso que he sido algo chulito en la vida, pero...¡Es que soy médico! Un médico que intentó acabar con la hipocresía de la eutanasia...

DIOS: Cojonudo...

DOCTOR: Señor...entonces...¿Puedo entrar en el reino de los cielos?

DIOS: Ni puta idea...

DOCTOR: (Se levanta extrañado) ¿Pero tú no eres Dios?

DIOS: (Con normalidad) No hijo mío. Yo soy...¡Jimmy Hendrix! (Comienza a tocar como un loco una guitarra imaginaria mientras suena "Little wing" de Hendrix. Thanatos cae fulminado mirando al público con cara de horror. Muere. Apagón)


                                                                   FIN

miércoles, 16 de septiembre de 2020

El profesor Mato

 



El profesor Mato pidió otro vino.

El dueño del viejo bar Zorelle le sirvió el tercer Rioja con precisión.

Eran casi las 2 de la tarde, el profesor apuró el vino, saludó parco a la parroquia y salió disparado hacia su casa, a 50 metros del Zorelle.

El larguirucho y recio profesor, observó la vieja placa del portal "Luis Mato - Licenciado en matemáticas"

Subió jadeando los tres pisos, el cañón de las escaleras olía los martes a caldo gallego. Introdujo la llave en la cerradura de su destartalado piso y escuchó la voz de Obdulia al otro lado del largo pasillo "Luis, pasa para la mesa". Luis Mato siempre se retrasaba  dos vinos a la hora de comer. Se lavó las manos en el lavabo del pasillo y caminó sobre el viejo linóleo marrón hasta llegar al pequeño y oscuro comedor italiano.

Obdulia era una mujer bajita, morena y potente. Acercó la tartera humeante de caldo hasta la mesa. El profesor le dio un beso rutinario en la mesilla y se sentó enfrente de ella, que con mala cara llenaba los platos soperos hasta el borde.

- Luis, te volvió a llamar la madre de Melquiades.

- No quiero dar clase a ese chico, no atiende y muerde los bolígrafos hasta hacerlos sangrar...

Obdulia llevaba las cuentas de esa familia y sabía que las cosas no iban bien. El profesor Mato cobraba una pequeña pensión de jubilación, pero las clases particulares les sacaban las castañas del fuego. Se habían casado cuarentones ambos. El profesor siempre había sido autónomo, salvo unos años en los que dio clases en la academia "España". Obdulia había trabajado en "Olivetti" pero la delegación había huido hacía muchos años de la ciudad. Un alumno más significaba una pequeña alegría a finales de mes. El profesor sabía muchas matemáticas, pero había perdido la ilusión en el bar Zorelle.

- Llama a la madre de Melquiades - Le dijo Obdulia mientras le servía vino tinto de mesa.

- Ese niño me desordena toda la mesa, no pienso darle clase.

El profesor Mato había sido becario muchos años en la Facultad de Matemáticas de Santiago de Compostela, donde prometía como brillante investigador en los años 70 del siglo XX. La Falange y el Rioja le impidieron progresar...

El profesor comenzó a hablar cuando Obdulia sirvió en la mesa unos chorizos con repollo, mientras apuraba su segundo vaso de vino, el quinto del día...

- La finalidad de las matemáticas consiste en la explicación de fenómenos incomprendidos por el hombre - Obdulia aprovechó el inicio del mitin para recoger los platos de caldo y hacer mutis hacia la cocina - Rendir honor al espíritu humano y engrandecerlo. Por lo tanto una cuestión sobre números vale tanto como el descubrimiento del origen del universo...

- ¿Quieres algo de postre? - Interrumpió Obdulia.

- Eh, un yogur natural, como te decía, has de saber que en nuestro país se desarrollaba una investigación de primera calidad, pero con la llegada de la democracia se perdió la disciplina y probablemente el respeto por el maestro. Porque toda investigación necesita un líder...

- Luis, este sábado es el décimo aniversario de la muerte de papá, le dije a mi hermana que íbamos a la misa de los capuchinos, después podemos picar algo en el Zorelle.

- Tu hermana desde que se divorció solo habla de gatos.

- No seas borde Luis, con la de pasta que nos ha dejado...

- Vale en el Zorelle después de los Capuchinos. Lo que tú quieras Obdulia. Pero antes muerto que darle clase a Melquiades, que me deja la clase hecha un cristo.

- Vete a dormir Luis, que a las 6 viene la niña nueva...

Melquiades se lavó los dientes meticulosamente durante 4 minutos exactos y después tumbó su quijotesco cuerpo sobre la colcha de la cama y comenzó a soñar...

Soñó que volaba en el espacio, que entraba en un agujero negro, que lograba encontrar la fórmula para salir de él en un lugar maravilloso, gracias a una simple dimensión más. Atravesaba con placer infinito un túnel de asteroides y gases de colores, algo así como en Odisea 2001. Soñó que llegaba de nuevo a la facultad, que sus padres lo acompañaban a la puerta como el primer día y su madre sonriente, le besó la mejilla y le dejó una suave esencia de jazmín...soñó que sus fórmulas triunfaban y que Obdulia y él vivían en un piso muy soleado con vistas al puerto...

De repente sonó el timbre del viejo teléfono del pasillo y el profesor mato se despertó sobresaltado.

Obdulia cogió. 

- ¡Luis!¡Es la madre de Melquiades!

- Dile que los lunes a las 7







martes, 8 de septiembre de 2020

A propósito de la soledad

 




Ángela lleva ahora 2 años sola.

Con 19 años se casó, muy enamorada, con Perico.

A los 22 años y 2 hijos, descubrió que Perico era un imbécil.

A los 23 años Perico se fue y no volvió a dar señales ni transferencias bancarias. 


Ángela las pasó canutas, pero con la ayuda de sus padres y una gran voluntad, sacó unas oposiciones para administrativa en el Canal de Isabel II. 


Con 25 años, Ángela era una mujer joven, atractiva y con trabajo fijo. Vivía en un pequeño piso en Lavapiés con Pedrito y Angelita (Que era un demonio).

No quería saber nada de hombres y descubrió que lo que realmente le gustaba, era la danza italiana barroca. 

Ángela se matriculó en los cursos regulares del Instituto Italiano, donde después de trabajar, hacer la comida para sus hijos, llevarlos a actividades y dejarlos cenando con la abuela, asistía a clases de lengua y danza barroca italiana, lo que la llenaba de gran satisfacción y agujetas. 


Con 26 años, Ángela conoció a Ramiro en un café. 


Los primeros 8 meses con Ramiro, fueron maravillosos. Se divertían muchísimo. Los fines de semana iban a karaokes, dónde Ramiro bordaba el "Strangers in the night" y Ángela destripaba con simpatía el "Gibraltareña".

Ramiro se llevaba muy bien con los niños, aunque Angelita, que era la mayor, le decía que le olía el aliento. 


Con 27 años Ángela descubrió que Ramiro era alcohólico y le dio un ultimátum.

Ramiro eligió el Ballantines… 


Ángela se pasó muchos años sin querer tener relaciones intimas con ningún hombre. Era feliz viendo crecer a Pedrito, que tocaba el violonchelo y a Angelita, que tocaba las narices.

A veces iba a las cenas de los compañeros de oficina y nunca correspondió al interés que mostraba por ella Peláez, del departamento de morosos.

Angelita seguía moviendo su cuerpo gentil al ritmo de Vivaldi, Marazzoli o Ugolini, que como todo el mundo sabe compuso "Hodie Christus Nadius Est". 


Los árboles contaminados bajo la ventana de Ángela, vieron pasar muchos inviernos.

Ya no sonaban los Rolling Stones en la radio.

La gente se afanaba en invertir en ladrillo y cada vez se leía menos poesía.

Muchas familias comenzaban con ilusión su proyecto y acababan en tribunales.

Sí, amigos, pasaba el tiempo.

Y nosotros éramos malabaristas, domadores o víctimas... 


Pedrito y Angelita, son ahora mayores.

Pedrito es abogado, de derechas, casado cristianamente y con 2 hijos pequeños y rubios.

Angelita es hippie, vive en una furgo y trabaja de malabarista en un circo. 


Ángela está a punto de cumplir 60 años.

Sus padres han muerto.

Ha viajado varias veces a Italia.

Los jueves va a bailar con música de Ugolini.

Ángela se siente sola. 


Una amiga la convence para hacer un perfil en Tinder.


Ángela tiene miedo, pero comienza a chatear con Hugo, un médico jubilado que parece buena persona. Después de hablar durante semanas con Hugo, descubre que está enamorada de él. A los 6 meses de relación, Ángela se va a vivir al adosado de Hugo. 


A los 60 años, Ángela descubre que Hugo es celoso, manipulador y ludópata. 


Ángela lleva ahora 2 años sola. 

Ángela subió las escaleras del Instituto Italiano y se dirigió hacia la sala de baile.

La gran sala tenía espejos y tarima de pino tea.

Ángela dejó la sudadera sobre un banco y comenzó a bailar. 

Ángela se mira en el espejo y se pregunta si no habrá estado toda la vida sola. 

Con la única compañía de Vivaldi, Marazzoli y Ugolini… 

 

Ah, ch'infelice sempre

Me vuol Dorilla ingrata

Ah semppre iú spietata

Mi stringe à lagrimar

martes, 1 de septiembre de 2020

Todas las ramas del derecho

 



El licenciado Doncel introdujo la llave por última vez en la cerradura.

El cartel de cristal biselado sobre la puerta, todavía lucía unas dignas letras blancas perfiladas en plata sobre fondo negro: 

          "Lcdo. Doncel"

              Abogado

(Todas las ramas del derecho) 

El licenciado sintió por última vez el aroma de la madera húmeda y el papel viejo.

Los legajos y carpetas, ya estaban en su mayoría metidos en las cajas de cartón de Gil Stauffer. 

Maldita cadera, al final tendré que ponerme la jodida prótesis de titanio. 

Doncel se sentó con dolor en el viejo sillón de cuero delante de su mesa de caoba, una mesa que ya había sido de su padre, procurador de los tribunales. 

Nunca me gustó esta mesa. A veces se oye la carcoma. Siempre quise una mesa aséptica y funcional, sin esas horribles flores talladas. Pero Lola nunca me dejó deshacerme de ella. Decía que era como borrar la memoria de mi padre… 

Lola había fallecido unos años atrás, después de un penoso tumor cerebral y coincidiendo con el nacimiento de su único nieto, Martín.

El abogado comenzó a clasificar viejas carpetas, algunas con hongos. Las iba arrojando con desdén en una gran caja de Gil Stauffer.

Una carpeta, más gruesa que las demás, le llamó la atención.

Sobre la descolorida tapa azul, unas palabras: Herencia de la Condesa - Carpeta 1

Doncel se había encargado durante muchos años de determinar el inventario de la masa hereditaria de la todo poderosa Condesa de Ross. Viuda de un prohombre, millonario y afecto al régimen fascista. La condesa de Ross, a veces lo visitaba en su despacho, siempre con sus 2 guardaespaldas custodiando la puerta principal. La Condesa había enviudado muy joven, su marido, el Conde D. Juan Ross le llevaba casi 40 años. Enseguida el picapleitos y ella congeniaron. A la condesa le hacía mucha gracia el humor de cascarrabias del por entonces joven licenciado, que ahora recordaba el día en el que por primera vez la condesa se despidió de él con un suave e incendiario beso en los labios. A partir de ese día tuvieron algunos encuentros furtivos en un pazo con hermosas vistas al mar. Fue la única mujer con la que Doncel engañó a Lola en sus 40 años de matrimonio. Ahora el viejo abogado se sentía mal. Había cuidado a Lola lo mejor que había podido, ya con la cabeza perdida. Lola a veces lo confundía con su propio padre, a veces le cantaba nanas a Doncel pensando que era su bebé. Ella siempre sintió no tener otro hijo más. 

Realmente fui un hijo de puta. Pero ¿Cuál es mi condición humana?

¿Podía resistirme a la esencia absoluta de la lujuria? 

El viejo abogado arrojó la carpeta con violencia en la caja y no pudo impedir que unas lágrimas solitarias resbalaran por los profundos ríos de sus mejillas.

Llamaron a la puerta.

Se incorporó a pesar del dolor, se secó las lágrimas con un kleenex usado, se ajustó la gastada corbata granate y fue a abrir… 

Dos operarios de mudanzas con uniforme impoluto y gorra pidieron permiso para empezar. Comenzaron a transportar cajas y cajas de legajos, tomos encuadernados en granate con letras doradas de Aranzadi, clasificadores de anillas corrompidos. En esas cajas de cartón, también iban sin ningún orden las siguientes carpetas: 

  • El asunto Vilchez: Muy feo asunto. Defendió al hijo de un emporio de restaurantes cuando lo descubrieron en los jardines haciendo una mamada a un culturista. La Ley de Vagos y Maleantes estaba en vigor.
  • El difícil divorcio de su propio hermano, cuya mujer estaba liada hace años con su mejor amigo y compañero de trabajo.
  • El asunto Marinita de la Torre, costurera con una minusvalía, maltratada y humillada públicamente por su marido. Doncel consiguió la nulidad matrimonial por la Iglesia.
  • El asunto Iria Flavia. Un retracto de una compra venta fraudulenta de unos montes de su familia usurpados por unos vecinos sin escrúpulos… 

Doncel se dio cuenta, de que en muchos asuntos no había cobrado minutas. Si acaso había recibido una pluma Montblanc o unas gallinas vivas. Afortunadamente el asunto Ross lo había colmado de billetes. 

Los operarios casi habían acabado de sacar cajas del viejo despacho. Ya comenzaban a desmontar las estanterías de madera carcomidas. 

El licenciado se sintió una estantería. 

Acababa también de renunciar a su puesto en la directiva de la coral "Ecos" con la que había cantado en grandes óperas. Ya sonaban en su cabeza los acordes de "E lucevan le stelle" 

El viejo abogado le dejó las llaves a los operarios y bajó penosamente por las escaleras, que olían a lejía. 

Cojeando comenzó a recorrer la acera. Estaba anocheciendo y la hojarasca de los chopos creaba una elegante alfombra sobre los adoquines. 

Un claxon sonó a su lado. Un Golf Cabrio blanco se detuvo a su altura. Doncel, indolente, abrió la puerta del copiloto y se sentó en el asiento. La conductora era una bella mujer, más joven que él, vestida con un elegante conjunto de Chanel. El abogado le dijo a la mujer: 

Nena, vamos a emborracharnos. 

El Golf Cabrio arrancó con brío dejando tras de sí hojas marchitas bailando extrañas coreografías en el aire, para volver a caer definitivamente.


viernes, 28 de agosto de 2020

La Piscina

 




Hilario era un tipo superficial y cuarentón.

Había trabajado muchos años de ejecutivillo en una multinacional de la moda, pero un día se le complicó un esguince y le dieron la invalidez permanente. El accidente se produjo al meter el pie en una arqueta sin rejilla de la enorme nave industrial de su empresa, por lo que además se llevó una indemnización jugosa y la máxima pensión con la que podría soñar.

Hilario era un tío deportista, pero ahora no podía hacer deporte.

Se compró una gran casa de campo en las afueras de la ciudad, con piscina climatizada, sala de cine, casi una hectárea de terreno, dos canelos y un pollino.

Hilario se había divorciado hacía 2 años, cuando Bety, su mujer, lo descubrió en la mesa de juntas tirándose a Eva Cabrera, jefa de recursos humanos. No consiguió convencer a Bety de que se trataba de un ejercicio de Mindfulness.

Desde su divorcio y hasta su retiro de pensionista, sólo había mantenido algún escarceo con una chica de facturación delgadita y con la robusta madre de un compañero de su hijo (Hilarito estudiaba ahora en un prestigioso internado de Kentucky, dónde a cambio de una pasta gansa volvían los chicos con licenciatura internacional y máster bajo el brazo).

Hilario, ahora estaba empezando a engordar en su finca. Apenas nadaba en la piscina y tenía dificultades para pasear por su leve minusvalía. Sus compañeros de trabajo, hacía tiempo que ya no aparcaban sus Lexus en la finca de Hilario. Si no estás en la empresa, ya no eres nadie.

Comenzó a alternar con algunas chicas que trabajaban en un club cercano a su finca. El proxeneta era su vecino, un buen vecino que a veces lo visitaba para tomar güisqui y hacerse unas rayas. Le presentó a varias dominicanas y a una rumana que a cambio de coca, risas y regalos se acostaban con él y jugaban a ser artistas del porno. Estas chicas, de vidas difíciles, eran lo más parecido a una familia que le quedaba a Hilario, además de su pollino Amancio.

Un día Hilario se encontró muy fatigado. Creyó que era la resaca de bourbon y cocaína.

-       -   ¿Hilario Romero?

-        -  Soy yo doctor.

-          -Voy a hablar claro. Padece usted un cáncer de pulmón de grado 4 con metástasis en el cerebro.

-         -  ¡Cojonudo doctor!

Después de 3 meses de quimioterapia, el cáncer seguía su curso inexorable. Hilario trató de arreglar todos sus asuntos terrenales y estar a bien con su ex mujer, su hijo, que permanecía en USA y su hermano, un picapleitos vividor al que apenas veía.

Afortunadamente, Hilario era superficial, lo que le ayudaba a sufrir menos en sus últimas semanas de vida.

Lentamente se fue convirtiendo en un ermitaño. Solo veía a Lola, la señora de la limpieza que además le cocinaba y al equipo médico que cada mañana lo visitaba y le administraba sueros y medicinas.

Entonces Hilario, decidió quitarse la vida.

Era el fin del verano, bandadas de pájaros sobrevolaban su finca. Ya había regalado sus perros y su pollino a unos vecinos. Como era superficial, no sufrió mucho por deshacerse de esos nobles animales. Unas nubes grises tamizaban la luz del atardecer creando un ambiente vaporoso y amarillo. Olía a hierba recién cortada y una suave brisa acompañó a Hilario cuando con ayuda de una muleta, y arrastrando penosamente el carrito de la bombona de oxígeno, se metió dentro de la estructura abovedada de la piscina y cerró la puerta tras de sí.

La temperatura de la gran estancia era muy agradable e Hilario sudaba por la humedad que generaba la limpia lámina de agua de la piscina. Se sentó en su cómodo sillón relax de piel negra. Fuera empezaba a anochecer e Hilario encendió con el mando a distancia las luces de colores sumergidas. Aunque Hilario era superficial, controlaba algo de música clásica y comenzó a sonar en el equipo una suite de violonchelo de Bach.

Hilario cargó de munición su vieja Beretta del 38.

Fotogramas caprichosos de su vida pasaron delante de sus ojos: Con ocho años sus bronquitis, y como su madre lo acompañaba toda la noche dándole el aire y el cariño que lo sanaban…de jovencito, cuando paró aquel penalty decisivo para su equipo de cadetes, a pesar de que el balón lleno de barro, le rompió el cúbito y el radio. Los inviernos eternos de lluvia, las clases aburridas e interminables de matemáticas, los cubatas, Idoia su primera novia que cortó con él porque no sabía besar ¡No sabía besar! Cómo le gustaría ahora volver a abrazar a Idoia y enseñarle todo lo que había aprendido…Hilarito, estará bien, sale con una chica americana y probablemente se quede allí. Me equivoqué al casarme con Bety, debí seguir con Amanda, pero Bety era de mejor familia ¿Pero quien sabe? Me gustaría que tiraran mis cenizas al fondo del mar, pero está prohibido ¡Hijos de puta! Como me gusta Bach, no soy muy espiritual, pero igual Bach es algo parecido a un Dios…

Hilario apuntó su pistola hacia su sien derecha…

Cuando iba a apretar el gatillo, Hilario observó que había un violonchelista vestido de frac negro al otro lado de la piscina, mirándolo fijamente. Hilario bajó la pistola y apagó la música. Entonces el violonchelista comenzó a interpretar con su bello instrumento la Suite nº1 de Bach.

El agua de la piscina comenzó a bullir, al principio eran solo unas burbujas juguetonas, pero al final parecía un gran jacuzzi desbocado. Las aguas se tiñeron de rojo intenso. El eco del violonchelo transformaba el sonido en el de muchos violonchelos. Las luces ahora se volvieron estroboscópicas y de colores imposibles. Hilario soltó la pistola y se quitó el oxígeno, parecía que se encontraba mejor, que comenzaba a respirar como cuando su madre lo sanaba de pequeño. Súbitamente, una gran plataforma emergió en el centro de la piscina y sobre ella un lujoso despacho de dirección con su mesa, sillas de confidente y sentado en el sillón de dirección, el gran jefe y consejero-delegado de su empresa, al que solo había saludado una vez en un besamanos. El gran jefe se levantó de su silla y le dijo con voz grave:

-         -   Hilario, gracias por los servicios prestados. Puede proceder.

Entonces Hilario, que era superficial, se suicidó.


jueves, 27 de agosto de 2020

Hydra

 



Nunca vi tanta gente junta como en Estambul. A ciertas horas, grandes serpientes de hombres cruzaban el Puente de Gálata para atravesar el Cuerno de Oro. El Mar Bósforo escuchaba la última llamada a la oración de la Mezquita Yuni. Nunca supe dónde se escondían las mujeres en Estambul. Supongo que trabajando en oficinas y trastiendas, ocupándose además de los hijos y las casas. Limpiabotas con sus utensilios de latón, vendedores de Simit empujando sus carritos llenos de roscas, riadas de hombres de ropas oscuras que vuelven a sus humildes hogares entre los exóticos aromas del Mercado de las Especias que comienza a apagar sus luces, para dejar paso a la noche.

Ana y Carlo, llevaban tres días en el barrio de sultanahmet visitando las más bellas mezquitas y monumentos.

Ana y Carlo se habían conocido hacía pocas semanas en España por una web de citas. Habían chateado, hablado por teléfono y se deslumbraron al conocerse en un restaurante hípster entre empanadillas desestructuradas y vinos de autor. Al poco tiempo decidieron emprender este maravilloso viaje de 10 días a Estambul.

A los tres días de maravilloso viaje, descubrieron que les sobraban siete.

Ana comenzó a llorar cada vez con más frecuencia, Carlo a beber cada vez más cerveza.

El frío de febrero, la llovizna intensa y las manadas de perros callejeros por las viejas calles turcas, no parecían el mejor entorno para remontar un historia de amor que en pocas semanas pasó del éxtasis al desencanto.

Ana y Carlo hoy se habían quedado encerrados en las Cisternas Basílica, unos subterráneos sobrecogedores y enormes llenos de agua, columnas y dos cabezas invertidas de Medusa, para impedir que la profecía se cumpla y neutralizar el mortífero poder de su mirada…

A Carlo y a Ana ni les importó que los turistas y los vigilantes hubiesen desaparecido hace tiempo. Ni siquiera que solo quedasen encendidas las luces de emergencia, transformando las cisternas en una gran cueva, aún más fantasmal, con esas extrañas formas blancas que se movían bajo la superficie, ese olor a moho eterno y el sonido de gotas caídas en el agua desde estalactitas imposibles.

Carlo trataba de abrazar a Ana, mientras caminaban lentamente por los pasadizos, atravesando la húmeda penumbra. Ana había comprendido, hacía exactamente 45 horas, que Carlo no la quería. Ella era más joven, 40 años bien llevados, sin hijos, licenciada y funcionaria. Él había cumplido los 50 hace mucho, empresario con sus más y sus menos. Divorciado, dos hijos, varios pleitos y un viejo Mercedes.

Carlo era simpático, Ana sensible, ecologista y animalista.

Al principio las citas en la casita de Carlo fueron muy sensuales y divertidas. La simpatía de Carlo se fue apagando en cuanto soltó todo su repertorio de chistes y habilidades comerciales. Ana creía que Carlo era más culto, pero es que él le sacaba mucho partido a los dos libros y tres películas que recordaba. Las primeras veces en la cama, Ana se sorprendió de que un señor de cincuenta y muchos estuviese en tan buena forma, pero el señor poco a poco se desmotivó. En eso, cogieron un avión a Estambul, pensando en aprehender su propia pasión turca. Craso error.

La humedad penetraba poco a poco en los huesos de Ana, a pesar de su plumífero negro. Ambos caminaban sin rumbo, sin apenas hablar, por las resbaladizas maderas sobre el agua, dónde unos extraños peces blancos y ciegos, parecían extrañamente activos. Era el final. El fracaso de otra relación más. El desencanto, otra vez. La esperanza de un amor duradero, ahogada en la cisterna más grande de Estambul.

De repente escucharon unas pisadas rápidas a lo lejos. Los leves destellos del agua en las columnas apenas iluminaban unos metros. No podían ver quien se acercaba. Se asustaron. Corrieron a esconderse tras la base de unas columnas azules y espectrales. Las pisadas se acercaban. Gritos. Carlo y Ana se abrazaron por primera vez. Los gritos se acercaban. Los gritos se convirtieron en risas. Podían ser policías turcos, algunos con fama de corruptos y violentos. Se dirigían hacia ellos. El expreso de medianoche. Ambos pensaron en terminar el invierno en una cruel cárcel turca. Decidieron salir de su escondite y entregarse.

-          ¡Sorry, sorry! ¡No problem! – Gritó Carlo alzando los brazos. Ana también los alzó para que se viese que no llevaban armas.

Las dos figuras oscuras corrían hacia ellos gritando, estaban muy cerca. El eco de las cisternas amplificada el extraño sonido. Ana cerró los ojos…

Cuando parecía que los desconocidos iban a chocar con ellos, pasaron a través de Carlo y Ana. Y cuando digo a través, no es entre el espacio de la pareja. No. Los atravesaron físicamente y siguieron corriendo hasta detenerse delante de la cabeza invertida de Medusa.

Carlo y Ana, paralizados en el sitio, los siguieron con la vista.

Dos figuras humanas.

Los extraños ahora jugaban, se perseguían, reían y se abrazaban.

Parecían una pareja que se había quedado a propósito encerrada en las cisternas disfrutando de cada momento como si fuese el último de sus vidas.

Los extraños, eran también Carlo y Ana...


miércoles, 26 de agosto de 2020

Casta Diva

 





La cantante de ópera caminaba descalza por el monte, vestida con una túnica de raso marfil.

Se encontró con un paisano y le preguntó:

 - ¿Voy bien para Roma?

El hombre, enjuto y ennegrecido por el Sol, bajó la azada de su hombro y se apoyó sobre ella.

 - Bien, bien no va, más que nada porque deben quedar 500 kilómetros.

La cantante de ópera siguió caminando hacia ninguna parte con la mirada perdida y el paisano permaneció impasible, se quitó la boina y comenzó a abanicarse con ella.

Anochecía, el camino se interrumpía a veces por grandes rocas o tramos pantanosos. Pero la cantante seguía con sus ojos abiertos mirando al futuro imposible.

Casta Diva, che inargenti
Queste sacre antiche piante
A noi volgi il bel sembiante
Senza nube e senza vel


No era la primera vez que protagonizaba Norma. Pero no estaba dispuesta a soportar que el director de escena la visitase todas las noches en la suite de su hotel de Milán para darle indicaciones. Ese italiano colérico era sencillamente insoportable y siempre le decía que estaba demasiado gorda y la animaba a tomar anfetaminas.

La cantante de ópera acababa de dar la espantada a todo el elenco de la Compañía. Faltaba una hora para la función y los productores ya habían avisado a los Carabinieri que peinaban los alrededores de La Scala. Los regidores, los eléctricos y los maquinistas, habían montado su propia búsqueda en los lugares habituales de la diva: La tetería Dolce far niente, el Parque Sempione y todos los rincones donde ella descansaba en la temporada de ensayos.

El público engalanado comenzaba a acumularse en la puerta de La Scala. El alcalde y su mujer, estrellas del rock, Silvio Berlusconi acompañado de una joven operada que al menos tenía 55 años menos que él y muchas otras celebridades permanecían congeladas, ávidas de escuchar a la cantante en su mejor momento y de paso lucir sus diseños y relanzar sus negocios ruinosos.

Fine al rito, e il sacro bosco
Sia disgombro dai profani
Quando il Nume irato e fosco
Chiegga il sangue dei Romani


La diva continuó caminando en la oscuridad. El aroma de la noche lo inundó todo.

Estaba indignada. Los productores la obligaron a promocionar el evento en televisiones y radios de todo el país, pero lo que la sacaba de sus casillas, era tener que alternar con los patrocinadores. Tantos años estudiando música con los mejores maestros del mundo, master class, miles de horas de espera para audiciones, para acabar cenando fetuccini en la mansión del CEO de la FIAT. Por no hablar del acoso continuo de directores y productores. ¡Se acabó! Nunca más más pasaré por eso. ¡Lo juro por las barbas de Verdi!

Suavemente, a lo lejos, comenzó a sonar una orquesta interpretando una melodía muy agradable que no conseguía reconocer. Cambió su rumbo y dirigió sus pies ensangrentados hacia el lugar de procedencia de ese mágico sonido. Un resplandor a lo lejos, entre los árboles. Sonidos de voces humanas y risas. Explosiones. Fuego en el cielo que apenas se veía entre las copas de los árboles. La cantante corrió hacia la música con todas sus fuerzas. La túnica marfil hecha jirones. El aire le quemaba los pulmones. Con un esfuerzo agónico consiguió salir de la maleza. Alguien la agarró y después, entre varios, la arrastraron en volandas hacia un camerino.

 - ¡Pero mira como vienes!

 - ¡Le ha vuelto a dar el jamacuco!

 - Loli, maquíllala y que no se noten las heridas

 - Ayúdadla a vestirse

 - ¡Te llevamos buscando horas y horas!

 - La orquesta ya empezó hace un buen rato para que el público no la líe.

La gran cantante vestía ahora ropas brillantes y joyas. El corrector había tapado todos los rasguños de su cara, ahora maquillada con profesionalidad con base, colorete, sombra, perfiladores, barras y escarcha. La diva resplandecía con una extraña belleza. Entre las cajas del escenario, acompañada por sus asistentes, se disponía a salir a escena. Una voz sonó por la megafonía

Distinguido público, les pedimos un fuerte aplauso para la gran cantante ¡Carmen Cubaner!

La gran cantante salió al escenario del tráiler, agarró el micrófono y comenzó a hacer lo que mejor sabía…

Ay, caramba, ay caramba

Que si tu me persigues

No te beso la bamba


Los viejos de la verbena, siguieron bebiendo vermú apoyados en la sucia barra del bochinche, como si no hubiera pasado nada.

No sabían que una gran estrella brillaba en sus narices…

Ay, caramba, ay caramba...

Que si tu me persigues 

No te beso la bamba

martes, 25 de agosto de 2020

Poesía para nadie

 


Cuándo el gran escritor comenzó a escribir de nuevo, observó que la mesa y el ordenador tenían una ligera capa de polvo. Se levantó, empapó una bayeta de microfibra con agua y limpiador PH Neutro de Mercadona y volvió a su despacho a luchar heroicamente contra el polvo. Con sumo cuidado de no electrocutarse, acarició el PC sensualmente hasta no dejar ni una mota. Volvió a la cocina, escurrió la bayeta verde bajo el grifo y la colgó en el tendal. 

Voy a escribir un gran poema de resistencia y amor en tiempos de pandemia. Ya tengo el título: "Poesía para nadie" 

Al comenzar a teclear el título en su vieja computadora, observó que los objetos de la mesa no estaban convenientemente alineados. Entonces colocó el bolígrafo sobre el dietario de 1992, las gafas, alineadas con el dietario, el teléfono centrado con las gafas y movió la lámpara led, cuya base era un triángulo equilátero para que dos vértices coincidieran con el lado posterior de la mesa. 

Ahora he creado el ambiente perfecto para comenzar mi gran obra poética. Esto le gustará mucho a Lulú, que hace mucho tiempo que no me hace puto caso… 

Lulú no le hacía puto caso al gran escritor, porque ahora salía con un culturista petulante. Pero todo el mundo sabe que el desamor y la traición son perfectos para la lírica inmortal. Las palabras comenzaron a aparecer en la pantalla del portátil: 


POESÍA PARA NADIE

Te difuminaste una tarde lluviosa

 entre el vapor de nuestras lágrimas

mis sábanas me preguntan si volverás

o esta poesía ya para nadie nunca será…

 

El zumbador de la puerta sonó fuerte y estridente.

El gran escritor se levantó contrariado y se dirigió a abrir la puerta, no sin antes alinear cuidadosamente su sillón de dirección con el lado anterior de la mesa.

En la puerta apareció un fontanero gordo de sucio buzo azul.

- Vengo a buscar una fuga en las bajantes de fecales…

- Debe ser un error…

Antes de que el gran escritor se diese cuenta, el fontanero avanzó hacia el baño (Los fontaneros siempre saben dónde está el baño) dejando tras de sí un fuerte olor a sudor y brea.

El gran escritor contempló con horror como las botas de trabajo del plomista dejaban su silueta de color marrón en el brillante parquet. Corrió a por la fregona y llenó un cubo con agua y limpiador neutro de Mercadona.

Unos martillazos comenzaron a sonar en el suelo de su baño. El gran escritor soltó la fregona horrorizado y corrió hacia el baño. Al llegar una nube de polvo y el estruendo del mazo en el mármol, casi le provocan un ictus. 

- ¿Cómo se atreve a picar en mi baño?

- Tranquilo - Respondió el fontanero - corre de cuenta de la comunidad.

- ¡Pero yo no quiero que me rompa el baño! ¡Me está llenando todo de polvo!

- Si quiere le dejo todo así y me voy - Dijo una sombra fantasmal y gorda entre el polvo.

-¡Pero yo soy un gran escritor! ¡Un poeta! ¡Así no hay Dios que escriba!

- Tranquilo, corre de cuenta de la comunidad

 

El fontanero gordo siguió picando toda la tarde.

En esto llamaron de nuevo a la puerta de la calle. El gran escritor fue a abrir.

Un fontanero desgarbado y flaco con una colilla apagada en la comisura de los labios, apareció en la puerta.

- ¿Está aquí mi compañero? - Los martillazos seguían sonando como obuses.

-¿Usted que cree?

- Pues dígale que la fuga estaba en el piso de abajo.

El fontanero desgarbado y flaco se dio la vuelta y se fue.

El fontanero gordo y sucio, recogió su material y se fue.

La casa del gran escritor quedó llena de cascotes, polvo y huellas de dinosaurios.

El desasosiego cabalgaba alegre por todo el inmueble.

El gran escritor estuvo hasta altas horas de la madrugada fregando la casa y alineando todos los objetos del mundo con precisión.

Ya amanecía cuando se sentó en su escritorio, borró sus cuatro versos y comenzó de nuevo a escribir su obra lírica más inmortal.

 

POESÍA PARA NADIE

Te fuiste con un culturista petulante

pero no me importa, vaya por delante

porque en la inmensidad del universo

polvo somos y del más perverso

domingo, 23 de agosto de 2020

¿Tienes fuego?

 

 

Después de 20 años de abstinencia, esa noche Walter decidió que necesitaba fumar un Marlboro y si no lo encontraba, no iba a aceptar nada menos exquisito que un Winston.

Su vieja custom, tardó en encender pero a los pocos minutos ya sorteaba los baches de la carretera de la costa. Nadie arreglaba ya los viales, si acaso rellenaban los socavones abisales con desidia. 

Es que te has convertido
En parte de mi alma…
 

La voz de Caetano Veloso reverberaba aún bajo su casco mientras el viejo foco de luz amarillenta apenas alumbraba la carretera vacía.

Las órdenes de los gobiernos eran confusas, nadie sabía si podían salir de noche de sus casas, nadie sabía si iba a morir o si por el contrario el virus letal, apenas superaba los perniciosos efectos de una gominola… 

Ya nada me consuela
Si no estás tú también…
 

"Hijos de puta, me habéis echado después de 25 años derramando mi tinta por vosotros"

Walter no estaba pasando su mejor momento. Llevaba ya un año en el paro y aún no podía evitar la cólera al pensar en su despido. Un periodista de raza, un outsider, un francotirador…nada de eso le impidió recibir su carta de despido y acogerse a las paupérrimas condiciones del ERE. 

Más allá de tus labios
Del sol y las estrellas…
 

Ni un ruido, ni un alma viva en la pequeña villa pesquera.

Walter atisbó una luz en el interior del bar del puerto, aparcó la moto casi en medio de la calle y empujó la puerta de tablillas mal pintada con excedente de pintura de barco.

Un par de bombillas mortecinas, apenas alumbraban a un puñado de hombres bebiendo en la barra. Una mujer, con exceso de maquillaje, bailaba sola delante de la destartalada Jukebox.  

Devórame otra vez, devórame otra vez… 

- ¿Tenéis tabaco? - Preguntó Walter

- Aquí se viene a consumir - Respondió el viejo mal afeitado y de patitas cortas que atendía la barra.

- Sólo quiero un paquete de Marlboro 

2 hombres fornidos que escoltaban a Walter, se rieron de él.

- Así que este mariquita, quiere Marlboro, ¿No prefieres un Farias para metértelo por el culo?

Risas generalizadas de la parroquia. 

Walter pensó que estaría muy bien en su casa en ese momento con un Lorazepan. El médico le había ofrecido también Prozac, pero él había decidido que un delicioso pitillito le ayudaría a superar su ansiedad. Sentir el dulce y elegante aroma del tabaco rubio, era todo lo que pedía. El reposo del vaquero del Lejano Oeste alrededor del fuego con el ganado a salvo. Le traía sin cuidado la balcanización de Europa, que el universo se expandiese o se contrayese, y que el virus nos matase a todos ¡Quería un jodido Marlboro! ¡No era tanto pedir para un varón blanco, europeo, deprimido, sin pareja y licenciado en Ciencias de la Información!

Dos marineros de 100 kilos cada uno no iban a impedirle libar el mágico humo de sus sueños…

He mojado mis sábanas blancas recordándote... 

Tumbó al marinero 1 con un crochet en el hígado. Esquivó la derecha del marinero 2 y le lanzó una combinación de jab, directo y gancho. Fue lo último que vio antes de desmayarse por el garrotazo que recibió en la cabeza, ejecutado con pericia por el viejo tabernero de patitas cortas. 

Cuando se despertó, sintió el agua salada en su cara. Le dolía hasta el aliento. Estaba tumbado en la orilla de la playa, alumbrado sólo por la noche de estrellas. En la arena había grandes bultos varados, que llegaban en oleadas tranquilas. Se arrastró hacia ellos. 

Efectivamente, amigos míos, rotuladas en rojo, Walter pudo leer unas letras: "Marlboro" 

Sintió pisadas sobre la arena húmeda que se dirigían hacia él.

Una silueta femenina, un rostro en penumbra con demasiado maquillaje.

En la noche de Perseidas, ella preguntó con voz de cazalla:

- ¿Tienes fuego?


martes, 14 de abril de 2020




INCERTIDUMBRE



Ahora sabemos que nuestros susurros se aman

mientras el agua de nuestra saliva se evapora

empapando los cristales imposibles del miedo.

Wish you were here inundaba nuestras entrañas

sumergidos en nuestros mares de plancton

buceadores nocturnos hacia un destino remoto.

Escucha: Ahora no nos tocamos con las manos

pero esa manera de acariciar nuestros corazones

destila la forma inconfundible del amor carnal.

Quizás esta burbuja tan azul explote

quizás la claustrofobia nos haga soñar

pero hasta entonces serás agua álgida y pura.

Y calmarás las llagas de mi piel quemada

por la llama metálica de la incertidumbre

How I wish, how I wish you were here