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martes, 31 de agosto de 2021

GREGO EL CRACK



Grego vestía el Loden más caro de la discoteca Gran Casino, dónde los jóvenes quinceañeros pagábamos entrada para aspirar a tocar el cielo bailando las lentas con las guapas (Que nunca pagaron un clavel). Solo unos pocos conseguían acercarse a ellas. Grego era uno de los privilegiados. No era dificil para él, con su 1,88, su intenso aroma a Agua Brava y a Winston americano. Su chaqueta Pulligan granate lucía como la de un modelo de pasarela. Yo mientras, me defendía con mi 1,78, algún jersey heredado de mis primos y un vaquero diseñado por Paquita la costurera, que venía los miércoles y se llevaba a su casa la cena en una tartera. Pero no, Grego nunca tuvo problemas de ropa ni de parné. Su madre era la dueña de una cadena de tiendas de telas y confecciones "Novedades Aurelia" que con el tiempo se convirtió en un emporio.

Esa tarde sonaba en el Gran casino "Killing me softly" con la bola de espejos trazando destellos de amor como un lanzallamas. Grego bailaba con Marisa la alta, la chica más explosiva de los Jesuitas. Grego era campeón de voleibol. Bailaban muy agarrados y yo los miraba de reojo. Yo era muy tímido por entonces y ya me habían abofeteado con dos negativas a mis intentos Pily y Fátima, las chicas más casquivanas de mi clase. Apuraba mi cubata de Pilé 43 y me fumaba mi último Ducados cuándo vi a Ainhoa la vasca, mi primera novia, que me había dejado por no saber que al besar había que meter la lengua. Todavía tomo Prozac por ese episodio...patéticamente le pedí que bailase conmigo y ella increíblemente aceptó. Cuando sentí su pecho turgente pegado al mío y nos agarramos por la cintura yo y ella por mis hombros...comenzó a sonar a toda pastilla "I Can´t get no satisfaction" de los Rolling mientras luces estroboscópicas nos cegaban. Ainhoa comenzó a moverse como una gudari psicópata y enseguida la perdí entre la multitud y el humo. En ese momento vi a Grego que llevaba de la mano a Marisa la alta ¡A la planta alta!

Corrían leyendas por los pasillos de Jesuitas de que la planta alta de la discoteca Gran Casino era algo así como un lugar donde se celebraban grandes orgías y las parejas iban a "Mazar" término que por otra parte siempre me pareció entre burdo y envidiable. Yo había subido una vez con Ainhoa cuando salía conmigo y entre la penumbra conseguimos sentarnos en un pequeño sofá de skay, donde yo creí que me pasaba por besarle los labios con dulzura, abrazarla y acariciarla como al amor eterno, cuándo ella ya había estado antes en el piso de arriba con chicos de COU mucho mayores y más doctos que yo en cuánto a artes amatorias se refiere. Quizás por eso todavía consumo grandes dosis de Lexatin...

Grego ese día, se tumbó sobre Marisa la alta, en el pegajoso sofá de skay. Todos envidiábamos a Grego...

Cuando a las 22,00 horas el Gran Casino nos echó a todos los mocosos a la acera, vi como Grego se subía a su Puch Minicross con Marisa la alta agarrada a su torso de deportista mientras el motor rugía como una Harley, o al menos a mí me lo parecía, con sus impresionantes 50 centímetros cúbicos. Yo volví andando solo hasta mi casa,intoxicado por el alcohol de garrafón y los 14 Ducados que me había fumado esa tarde...

No volví a ver a Grego el crack, el alto, el ligón, el triunfador en muchos años...por fin me había librado de su tufo a Agua Brava (Yo por entonces usaba la colonia a granel del Ejército de Tierra que conseguíamos en la Farmacia Militar con la cartilla de mi abuela).

Cayeron muchas hojas de árboles y regímenes políticos. Muchos veranos castigado estudiando, pequeñas alegrías y algunas penas. Algunos crecieron y se convirtieron en mujeres y hombres de provecho, otros transitamos los caminos que existen entre el infierno y la gloria. Algunos compañeros y compañeras tuvieron hijos y bufetes de abogados importantes, algunos acabaron con cara de rodaballo, otros nos reciclamos como pudimos, con nuestras dudas, nuestras deudas y nuestros éxitos efímeros. Nunca supimos como sería el futuro porque nos engañaron. Nadie nos dijo que era importante tener una sonrisa dulce, amar con plenitud o disfrutar del arte y del pulpo a la gallega...

Una húmeda mañana de otoño salí de la oficina a hacer unas gestiones y atravesé caminando lánguidamente la plaza de Vigo. De detrás de un seto, salió un mendigo de gran estatura que recogía un saco de dormir mojado en el que había pasado toda la noche

- ¿Tienes un cigarrillo?

- ¿Te vale un Habanos?

Entonces le di un Habanos a Grego.

Su madre había muerto, "Novedadaes Aurelia" eran ya locales vacíos con ratas, Grego se hizo adicto a la heroína y al LSD.

Sentí mucho que el crack del Gran Casino durmiese ahora detrás de unos setos, bajo la lluvia.

La última vez que lo vi, dormía en un hospital de tuberculosos abandonado.

Un día apareció muerto y nadie preguntó.

Amigos, si os dicen que no habéis triunfado, no le creáis a nadie.

El éxito es respirar cada amanecer, ver luz en la ventana y si acaso subir de vez en cuándo con vuestro amor a la planta alta de los sueños...