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jueves, 15 de agosto de 2013

Misterioso asesinato de una sardina (II)


El inspector Balcan (El gordo) no era gordo, pero tenía una caja torácica descomunal fruto de la genética y de sus años como boxeador aficionado. Llegó a ser un peso medio respetable a nivel provincial, hasta que cruzó sus guantes con "La Bestia" Ramallo, quien le pegó como si le debiese dinero. Balcan entró en el Bar del Puerto, y pidió una cerveza. Eran las 11 de la mañana, pero cuando tenía algo importante entre manos, el reloj de su hígado se detenía. "Hola Gordo", era Bizcocho el chotas..."¿Qué sabes de la masacre de la Dársena?" le preguntó Balcan. "Estoy seco" le dijo Bizcocho, un chivato al que todo el mundo quería matar y nadie se atrevía, porque tenía amigos en el infierno. Balcan hizo una seña a la camarera que le sirvió una cerveza a Bizcocho.

- No te metas, Gordo, no te metas...
- Vete a la mierda, chotas, o te vas de la mui o no hay parné...
- Dicen que fueron los tuyos. Ahora, dame la guita y me guillo.
- ¿Cómo que los míos?

Pero los ojos estrábicos de Bizcocho, no esperaron al dinero del Gordo y dejando la cerveza casi llena, huyó como alma que lleva el diablo.

En la comisaría, Balcan se dirigió directamente al despacho del comisario Montalbán. Entró sin llamar y horrorizado descubrió que el alcalde en persona estaba reunido con el comisario que emitió un grito al verlo entrar

- ¡Balcan, cojones!
- Disculpe, comisario, ehhh, ¿Qué tal alcalde?
- Vaya directamente a su despacho, le están esperando.

Sin entender casi nada, El Gordo recorrió el amarillento pasillo hasta su despacho y vio como sus compañeros se choteaban de él al pasar. Abrió la puerta de su despacho y notó un desagradable olor a pescado. Encima de la vieja silla de confidente, había una pecera con un crespón negro, y dentro, la viuda de la sardina asesinada, con los ojos llenos de lágrimas...

- ¿Inspector Balcan?- Preguntó la sardina
- Si
- He venido a contarle un terrible secreto que quizás le ayude a aclarar la muerte de mi marido...

La viuda era bastante atractiva, a pesar de que sin duda llevaba llorando todo el día.

- Soy todo oídos - Dijo el Gordo, mientras se sentaba en su silla giratoria y activaba la grabadora.

Mientras Balcan escuchaba a la sardina, las excavadoras comenzaban a triturar las murallas históricas de la ciudad que aparecieron en el parking de la dársena, el alcalde se aseguraba que la policía no intervendría en la construcción de rascacielos en el puerto y el Rey esquiaba en Baqueira Beret sin saber que en cinco minutos se iba a romper la otra cadera...

martes, 6 de agosto de 2013

MISTERIOSO ASESINATO DE UNA SARDINA (I)


El inspector Balkan, más conocido como "El Gordo" siempre desayunaba café sólo con cuatro churros sin azúcar en la churrería  "El timón", cerca de la comisaría del puerto. El Gordo, no estaba realmente gordo, pero tenía una caja torácica descomunal que le hacía parecer un chulo de tres cuartos. Cuando sonó su móvil dejó la grasa de mil churros en la pantalla  y escuchó la voz del cabo de guardia agitado: "Inspector ha ocurrido algo terrible: El cuerpo de una sardina ha aparecido flotando en la dársena". Aún no eran las 8 de la mañana, a El Gordo no le gustaba madrugar y menos que lo llamaran antes de entrar en su turno. Cuando pagó los 2 euros de su desayuno el coche K ya lo esperaba a la puerta de "El timón". Las calles de Coruña estaban mojadas y el fresco penetraba bajo la vieja Burberrys de Balkan. "Buenos días inspector, parece que hoy tenemos verbena" dijo el agente Barbadillo, un pardillo recién salido de la academia. "Calla Barbadillo y mira palante, que el mes pasado te cargaste tres coches y a una vieja". Barbadillo iba a replicar, pero se amilanó ante la contundencia de El Gordo.

Cuando Balcan y Barbadillo llegaron a la dársena, varias ambulancias y coches patrulla atraían el interés de curiosos y periodistas. En la dársena apenas se encontraban atracados cuatro pesqueros del pincho y una docena de yates. La Junta de Obras del Puerto había llegado a un acuerdo, antes del crack económico, para dejar a unos pocos pesqueros en una zona portuaria que ya dominaban los yates de constructores, pero la estampa de la ciudad sin pesqueros, no era pintoresca. Una grúa especial para sardinas levantaba en ese momento el cadáver hasta el muelle, ante el horror de los curiosos. El cuerpo de la sardina parecía vapuleado y algo mordisqueado por los voraces múgeles. "Hola Gordo, te veo en plena forma" El comisario Montalbán parecía que nunca estaba, pero siempre era el primero en llegar a todos los saraos. "Hola jefe ¿Sabemos algo además de que estoy más bueno que el pan?" Balkan y Montalbán eran enemigos íntimos y ambos guardaban en sus armarios pruebas suficientes como para enchironar al otro 30 años. "Nada, sólo que la viuda de la sardina llamó anoche desde su móvil para decir que echaba de menos en el banco de peces a su marido" "No sé como se pueden dar cuenta de que falta una sardina entre tantos pescados" Dijo el pardillo Barbadillo, que volvió a achantar ante las miradas de "El Gordo" y Montalbán, que prosiguió: "Al parecer se trata de una sardina sin antecedentes ni negocios oscuros, pero tenemos indicios suficientes como para pensar en un asesinato" Balkan ya estaba inspeccionando el maltrecho cuerpo de la sardina antes de que la introdujeran en la pequeña ambulancia. "Jefe, he visto muchas atrocidades en mi carrera, pero esta sardina parece que peleó 15 asaltos con Mike Tyson"

- Gordo, tienes 48 horas para averiguar algo, los de arriba están muy nerviosos y en unos días se decide la declaración de la Dársena de la Coruña como Patrimonio Mundial de la Humanidad. No me jodas, que me quedan 3 meses para jubilarme y no me quiero comer este marrón...

- Jefe, me la suda lo del patrimonio y me encanta que se jubile, pero ¿Cómo coño voy a averiguar algo de una sardina que no tiene historia en sus escamas?

- Ah, me olvidé de comentártelo, Gordo: La susodicha sardina se hizo notar hace tiempo por la única sardina republicana del Atlántico Norte.

Cuando Montalbán elevó la mirada para despedirse de El Gordo, éste ya no estaba...