Hilario era un tipo superficial y cuarentón.
Había trabajado muchos años de ejecutivillo en una multinacional de la moda,
pero un día se le complicó un esguince y le dieron la invalidez permanente. El
accidente se produjo al meter el pie en una arqueta sin rejilla de la enorme
nave industrial de su empresa, por lo que además se llevó una
indemnización jugosa y la máxima pensión con la que podría soñar.
Hilario era un tío deportista, pero ahora no podía hacer
deporte.
Se compró una gran casa de campo en las afueras de la
ciudad, con piscina climatizada, sala de cine, casi una hectárea de terreno, dos
canelos y un pollino.
Hilario se había divorciado hacía 2 años, cuando Bety, su
mujer, lo descubrió en la mesa de juntas tirándose a Eva Cabrera, jefa de
recursos humanos. No consiguió convencer a Bety de que se trataba de un
ejercicio de Mindfulness.
Desde su divorcio y hasta su retiro de pensionista, sólo
había mantenido algún escarceo con una chica de facturación delgadita y con la robusta
madre de un compañero de su hijo (Hilarito estudiaba ahora en un prestigioso
internado de Kentucky, dónde a cambio de una pasta gansa volvían los chicos con
licenciatura internacional y máster bajo el brazo).
Hilario, ahora estaba empezando a engordar en su finca.
Apenas nadaba en la piscina y tenía dificultades para pasear por su leve
minusvalía. Sus compañeros de trabajo, hacía tiempo que ya no aparcaban sus
Lexus en la finca de Hilario. Si no estás en la empresa, ya no eres nadie.
Comenzó a alternar con algunas chicas que trabajaban en un
club cercano a su finca. El proxeneta era su vecino, un buen vecino que a veces
lo visitaba para tomar güisqui y hacerse unas rayas. Le presentó a varias dominicanas
y a una rumana que a cambio de coca, risas y regalos se acostaban con él y
jugaban a ser artistas del porno. Estas chicas, de vidas difíciles, eran lo más
parecido a una familia que le quedaba a Hilario, además de su pollino Amancio.
Un día Hilario se encontró muy fatigado. Creyó que era la
resaca de bourbon y cocaína.
- - ¿Hilario Romero?
- - Soy yo doctor.
- -Voy a hablar claro. Padece usted un cáncer de
pulmón de grado 4 con metástasis en el cerebro.
- - ¡Cojonudo doctor!
Después de 3 meses de quimioterapia, el cáncer seguía su
curso inexorable. Hilario trató de arreglar todos sus asuntos terrenales y estar
a bien con su ex mujer, su hijo, que permanecía en USA y su hermano, un
picapleitos vividor al que apenas veía.
Afortunadamente, Hilario era superficial, lo que le ayudaba
a sufrir menos en sus últimas semanas de vida.
Lentamente se fue convirtiendo en un ermitaño. Solo veía a
Lola, la señora de la limpieza que además le cocinaba y al equipo médico que
cada mañana lo visitaba y le administraba sueros y medicinas.
Entonces Hilario, decidió quitarse la vida.
Era el fin del verano, bandadas de pájaros sobrevolaban su
finca. Ya había regalado sus perros y su pollino a unos vecinos. Como era
superficial, no sufrió mucho por deshacerse de esos nobles animales. Unas nubes
grises tamizaban la luz del atardecer creando un ambiente vaporoso y amarillo.
Olía a hierba recién cortada y una suave brisa acompañó a Hilario cuando con
ayuda de una muleta, y arrastrando penosamente el carrito de la bombona de
oxígeno, se metió dentro de la estructura abovedada de la piscina y cerró la
puerta tras de sí.
La temperatura de la gran estancia era muy agradable e
Hilario sudaba por la humedad que generaba la limpia lámina de agua de la
piscina. Se sentó en su cómodo sillón relax de piel negra. Fuera empezaba a
anochecer e Hilario encendió con el mando a distancia las luces de colores sumergidas.
Aunque Hilario era superficial, controlaba algo de música clásica y comenzó a
sonar en el equipo una suite de violonchelo de Bach.
Hilario cargó de munición su vieja Beretta del 38.
Fotogramas caprichosos de su vida pasaron delante de sus
ojos: Con ocho años sus bronquitis, y como su madre lo acompañaba toda la noche
dándole el aire y el cariño que lo sanaban…de jovencito, cuando paró aquel
penalty decisivo para su equipo de cadetes, a pesar de que el balón lleno de
barro, le rompió el cúbito y el radio. Los inviernos eternos de lluvia, las
clases aburridas e interminables de matemáticas, los cubatas, Idoia su primera
novia que cortó con él porque no sabía besar ¡No sabía besar! Cómo le gustaría
ahora volver a abrazar a Idoia y enseñarle todo lo que había aprendido…Hilarito,
estará bien, sale con una chica americana y probablemente se quede allí. Me
equivoqué al casarme con Bety, debí seguir con Amanda, pero Bety era de mejor
familia ¿Pero quien sabe? Me gustaría que tiraran mis cenizas al fondo del mar,
pero está prohibido ¡Hijos de puta! Como me gusta Bach, no soy muy espiritual,
pero igual Bach es algo parecido a un Dios…
Hilario apuntó su pistola hacia su sien derecha…
Cuando iba a apretar el gatillo, Hilario observó que había
un violonchelista vestido de frac negro al otro lado de la piscina, mirándolo
fijamente. Hilario bajó la pistola y apagó la música. Entonces el
violonchelista comenzó a interpretar con su bello instrumento la Suite nº1 de
Bach.
El agua de la piscina comenzó a bullir, al principio eran
solo unas burbujas juguetonas, pero al final parecía un gran jacuzzi desbocado.
Las aguas se tiñeron de rojo intenso. El eco del violonchelo transformaba el
sonido en el de muchos violonchelos. Las luces ahora se volvieron estroboscópicas
y de colores imposibles. Hilario soltó la pistola y se quitó el oxígeno,
parecía que se encontraba mejor, que comenzaba a respirar como cuando su madre
lo sanaba de pequeño. Súbitamente, una gran plataforma emergió en el centro de la
piscina y sobre ella un lujoso despacho de dirección con su mesa, sillas de
confidente y sentado en el sillón de dirección, el gran jefe y
consejero-delegado de su empresa, al que solo había saludado una vez en un besamanos.
El gran jefe se levantó de su silla y le dijo con voz grave:
- - Hilario, gracias por los servicios prestados. Puede proceder.
Entonces Hilario, que era superficial, se suicidó.