Número de visitas

jueves, 9 de noviembre de 2023

SALITRE       



 

Una teoría de la física cuántica dice que existe una conexión entre partículas subátomicas que no comparten el mismo espacio físico, pero que en algún momento lo compartieron. (Einstein llamaba despectivamente a esto “Acción espeluznante a distancia”).

¡Pero es que aun hay más! El vínculo entre estas partículas podría ser atemporal, con lo que el presente no solamente podría estar afectado por el pasado, sino también por el futuro.
No me interesa la física teórica, pero me agarro a un clavo ardiendo cuándo de amar se trata.
¿Adónde va el amor vivido intensamente y el que no hemos podido aprehender?
Ya muy lejos de las teorías cuánticas, estoy convencido de que ese amor vivido y el amor frustrado, transitan por espacios tan imposibles como reales.
Después de comprender que se ha acabado un amor, no creo en el “Un clavo quita a otro clavo” ni creo en el olvido. Sería una frivolidad que no podría perdonarme.
Creo en el amor a ese amor vivido. En el respeto profundo a la persona con la que se ha compartido de forma cálida vida, intimidad y éxtasis. Sin descontar ni siquiera los problemas, las dudas o los malos momentos. Todo eso es nada, al lado de aquel paseo de la mano por una playa salvaje del norte, dónde las majestuosas olas interpretaban nuestra indeleble banda sonora.
No es que sea ñoño, es que soy profundo como el mar oscuro.
No es que sea nostálgico ¡Es que intento ser justo!
Alguien que ha aguantado con una sonrisa mis toses, mis inmadureces y mi cara por las mañanas (Y que merecería una estatua ecuestre en la Plaza de Oriente), a esa persona le profesaré cariño, gran respeto y admiración eterna.
Y ¿Quién sabe? Quizás tenga razón Hawking que afirmaba que nuestro universo es como un fractal infinito, un mosaico de diversos universos de bolsillo, dónde todo lo que puede ocurrir, está ocurriendo.
Por eso, ahora quizás estemos paseando de la mano en aquella playa salvaje en la que las olas nos empapaban con su salitre mientras hablábamos de nuestros hijos.
O eso, o es que soy un idiota que simplemente te ha perdido para siempre…


1 comentario:

Beatriz dijo...

Por cada amor vivido ( y vívido), debiera haber una estatua como la que tú dices, dedicada a la generosidad. Porque esa experiencia nos ha enseñado mucho de nosotros mismos. Desde cuál es nuestro límite para amar, hasta nuestra capacidad de riesgo, paciencia y entrega. El otro ha actuado como espejo de nuestras heridas y con ello nos ha hecho más conocedores. Si además asumimos que debemos curarlas, seremos además sabios.
Te agradezco ese comentario respetuoso al amor ¿perdido? (prefiero al amor "invertido" aunque suene a transacción bancaria) porque has hecho que yo me haya sentido también merecedora de reconocimiento por haberlo dado todo. Y sólo espero que en ese Universo de Stephen Hawking haya una realidad paralela en que sigas paseando de la mano con un amor nunca olvidado. Que sanen pronto las heridas, que el amor sea justo con quienes lo conjugamos, que volvamos a creer que es posible. Que algún día, sea para siempre.