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martes, 8 de septiembre de 2020

A propósito de la soledad

 




Ángela lleva ahora 2 años sola.

Con 19 años se casó, muy enamorada, con Perico.

A los 22 años y 2 hijos, descubrió que Perico era un imbécil.

A los 23 años Perico se fue y no volvió a dar señales ni transferencias bancarias. 


Ángela las pasó canutas, pero con la ayuda de sus padres y una gran voluntad, sacó unas oposiciones para administrativa en el Canal de Isabel II. 


Con 25 años, Ángela era una mujer joven, atractiva y con trabajo fijo. Vivía en un pequeño piso en Lavapiés con Pedrito y Angelita (Que era un demonio).

No quería saber nada de hombres y descubrió que lo que realmente le gustaba, era la danza italiana barroca. 

Ángela se matriculó en los cursos regulares del Instituto Italiano, donde después de trabajar, hacer la comida para sus hijos, llevarlos a actividades y dejarlos cenando con la abuela, asistía a clases de lengua y danza barroca italiana, lo que la llenaba de gran satisfacción y agujetas. 


Con 26 años, Ángela conoció a Ramiro en un café. 


Los primeros 8 meses con Ramiro, fueron maravillosos. Se divertían muchísimo. Los fines de semana iban a karaokes, dónde Ramiro bordaba el "Strangers in the night" y Ángela destripaba con simpatía el "Gibraltareña".

Ramiro se llevaba muy bien con los niños, aunque Angelita, que era la mayor, le decía que le olía el aliento. 


Con 27 años Ángela descubrió que Ramiro era alcohólico y le dio un ultimátum.

Ramiro eligió el Ballantines… 


Ángela se pasó muchos años sin querer tener relaciones intimas con ningún hombre. Era feliz viendo crecer a Pedrito, que tocaba el violonchelo y a Angelita, que tocaba las narices.

A veces iba a las cenas de los compañeros de oficina y nunca correspondió al interés que mostraba por ella Peláez, del departamento de morosos.

Angelita seguía moviendo su cuerpo gentil al ritmo de Vivaldi, Marazzoli o Ugolini, que como todo el mundo sabe compuso "Hodie Christus Nadius Est". 


Los árboles contaminados bajo la ventana de Ángela, vieron pasar muchos inviernos.

Ya no sonaban los Rolling Stones en la radio.

La gente se afanaba en invertir en ladrillo y cada vez se leía menos poesía.

Muchas familias comenzaban con ilusión su proyecto y acababan en tribunales.

Sí, amigos, pasaba el tiempo.

Y nosotros éramos malabaristas, domadores o víctimas... 


Pedrito y Angelita, son ahora mayores.

Pedrito es abogado, de derechas, casado cristianamente y con 2 hijos pequeños y rubios.

Angelita es hippie, vive en una furgo y trabaja de malabarista en un circo. 


Ángela está a punto de cumplir 60 años.

Sus padres han muerto.

Ha viajado varias veces a Italia.

Los jueves va a bailar con música de Ugolini.

Ángela se siente sola. 


Una amiga la convence para hacer un perfil en Tinder.


Ángela tiene miedo, pero comienza a chatear con Hugo, un médico jubilado que parece buena persona. Después de hablar durante semanas con Hugo, descubre que está enamorada de él. A los 6 meses de relación, Ángela se va a vivir al adosado de Hugo. 


A los 60 años, Ángela descubre que Hugo es celoso, manipulador y ludópata. 


Ángela lleva ahora 2 años sola. 

Ángela subió las escaleras del Instituto Italiano y se dirigió hacia la sala de baile.

La gran sala tenía espejos y tarima de pino tea.

Ángela dejó la sudadera sobre un banco y comenzó a bailar. 

Ángela se mira en el espejo y se pregunta si no habrá estado toda la vida sola. 

Con la única compañía de Vivaldi, Marazzoli y Ugolini… 

 

Ah, ch'infelice sempre

Me vuol Dorilla ingrata

Ah semppre iú spietata

Mi stringe à lagrimar

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