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miércoles, 16 de septiembre de 2020

El profesor Mato

 



El profesor Mato pidió otro vino.

El dueño del viejo bar Zorelle le sirvió el tercer Rioja con precisión.

Eran casi las 2 de la tarde, el profesor apuró el vino, saludó parco a la parroquia y salió disparado hacia su casa, a 50 metros del Zorelle.

El larguirucho y recio profesor, observó la vieja placa del portal "Luis Mato - Licenciado en matemáticas"

Subió jadeando los tres pisos, el cañón de las escaleras olía los martes a caldo gallego. Introdujo la llave en la cerradura de su destartalado piso y escuchó la voz de Obdulia al otro lado del largo pasillo "Luis, pasa para la mesa". Luis Mato siempre se retrasaba  dos vinos a la hora de comer. Se lavó las manos en el lavabo del pasillo y caminó sobre el viejo linóleo marrón hasta llegar al pequeño y oscuro comedor italiano.

Obdulia era una mujer bajita, morena y potente. Acercó la tartera humeante de caldo hasta la mesa. El profesor le dio un beso rutinario en la mesilla y se sentó enfrente de ella, que con mala cara llenaba los platos soperos hasta el borde.

- Luis, te volvió a llamar la madre de Melquiades.

- No quiero dar clase a ese chico, no atiende y muerde los bolígrafos hasta hacerlos sangrar...

Obdulia llevaba las cuentas de esa familia y sabía que las cosas no iban bien. El profesor Mato cobraba una pequeña pensión de jubilación, pero las clases particulares les sacaban las castañas del fuego. Se habían casado cuarentones ambos. El profesor siempre había sido autónomo, salvo unos años en los que dio clases en la academia "España". Obdulia había trabajado en "Olivetti" pero la delegación había huido hacía muchos años de la ciudad. Un alumno más significaba una pequeña alegría a finales de mes. El profesor sabía muchas matemáticas, pero había perdido la ilusión en el bar Zorelle.

- Llama a la madre de Melquiades - Le dijo Obdulia mientras le servía vino tinto de mesa.

- Ese niño me desordena toda la mesa, no pienso darle clase.

El profesor Mato había sido becario muchos años en la Facultad de Matemáticas de Santiago de Compostela, donde prometía como brillante investigador en los años 70 del siglo XX. La Falange y el Rioja le impidieron progresar...

El profesor comenzó a hablar cuando Obdulia sirvió en la mesa unos chorizos con repollo, mientras apuraba su segundo vaso de vino, el quinto del día...

- La finalidad de las matemáticas consiste en la explicación de fenómenos incomprendidos por el hombre - Obdulia aprovechó el inicio del mitin para recoger los platos de caldo y hacer mutis hacia la cocina - Rendir honor al espíritu humano y engrandecerlo. Por lo tanto una cuestión sobre números vale tanto como el descubrimiento del origen del universo...

- ¿Quieres algo de postre? - Interrumpió Obdulia.

- Eh, un yogur natural, como te decía, has de saber que en nuestro país se desarrollaba una investigación de primera calidad, pero con la llegada de la democracia se perdió la disciplina y probablemente el respeto por el maestro. Porque toda investigación necesita un líder...

- Luis, este sábado es el décimo aniversario de la muerte de papá, le dije a mi hermana que íbamos a la misa de los capuchinos, después podemos picar algo en el Zorelle.

- Tu hermana desde que se divorció solo habla de gatos.

- No seas borde Luis, con la de pasta que nos ha dejado...

- Vale en el Zorelle después de los Capuchinos. Lo que tú quieras Obdulia. Pero antes muerto que darle clase a Melquiades, que me deja la clase hecha un cristo.

- Vete a dormir Luis, que a las 6 viene la niña nueva...

Melquiades se lavó los dientes meticulosamente durante 4 minutos exactos y después tumbó su quijotesco cuerpo sobre la colcha de la cama y comenzó a soñar...

Soñó que volaba en el espacio, que entraba en un agujero negro, que lograba encontrar la fórmula para salir de él en un lugar maravilloso, gracias a una simple dimensión más. Atravesaba con placer infinito un túnel de asteroides y gases de colores, algo así como en Odisea 2001. Soñó que llegaba de nuevo a la facultad, que sus padres lo acompañaban a la puerta como el primer día y su madre sonriente, le besó la mejilla y le dejó una suave esencia de jazmín...soñó que sus fórmulas triunfaban y que Obdulia y él vivían en un piso muy soleado con vistas al puerto...

De repente sonó el timbre del viejo teléfono del pasillo y el profesor mato se despertó sobresaltado.

Obdulia cogió. 

- ¡Luis!¡Es la madre de Melquiades!

- Dile que los lunes a las 7







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